Capítulo 21.

631 59 4
                                    

Especial 1k (3/4)
Audrey.

Debí quedarme callada cuando de entablar una relación con Kyle se trataba. Había vuelto a huir de él, pero tenía una razón favorable. En primer lugar, no lo había hecho por sus palabras; hacía ya mucho tiempo que me importaba poco lo que dijeran los demás, después de todo, sabía que Kyle lo había dicho con la rabia hasta por la nubes, yo tan solo me aproveche de aquello para echarle la culpa y poder salir de ahí. Tenía claro que mi razón no era del todo favorable, no almenos para mí.

Me despido de mis compañeros de trabajo, la mayoría me ofrece quedarnos hasta tarde y ir alguna fiesta, los declino al instante. Tan solo quiería ir a casa y darme un baño, hasta tal vez iría al local para boxear un poco y recuperar el dinero perdido de estos días. También consideraba el hecho de ir por una cerveza; me hervía la sangre por despejar mi mente, por alejar los pensamientos y deseos que comenzaban a rondarme.

— Que la pases bien Audrey —el gerente de la cafetería me ofrece una sonrisa amable, lo ignoro por completo cuando cruzo la puerta.

Había huido de Kyle por lo siguiente; cría estarme enamorando. Aquello no podía ser posible, sabía que mi corazón estaba destrozado, tenía claro desde lo sucedido con Emerson que se me sería imposible volver a sentirme envuelta por un chico, pero al parecer todas mis afirmaciones y suposiciones se iban a la borda con una sonrisa de Kyle.

Me pica la piel del cuello cuando cruzo la calle, un callejón vacío, en el cual quedaba cerca un parqueadero.

Alisto mis llaves para quitarle el seguro del auto. Me detengo un momento en medio de la nada, más allá del callejón resaltaba un silueta de hombros anchos. El corazón me bombea rápido, pero esta vez no es por aquel deseo que me torturaba desde la mañana, sino, por el hombre que sale de las sombras y me enfrenta con una sonrisa. Intento engañarme, intento pensar que esta es una de mis muchas alusinaciones en las que su presencia me atormentaba. Pero no era así, y por más que me engañara sería imposible deshacerme de su presencia, de su existencia... De él, de Emerson.

— Cariño —susurra, y la forma en la que lo dice me revuelve el estómago, me presiona el pecho, me obliga a tomar aire— Audrey, cariño...

Retrocedo los pasos que él camina, su rostro está desaliñado, la barba le ha crecido, ya no se muestra como el hombre fuerte y vengativo, sino, como el hombre débil y arrepentido, el Emerson que se presentaba en mi puerta cada vez que yo huía de él, cada vez que me alzaba la mano e imploraba perdón. Aquello me llena de temor, siento la palpitación de mi sangre, el flujo que tiñe de rojo mi rostro, y el miedo que se apodera de mí.

— Cariño hablemos. Por favor —doy media vuelta y lo ignoro.

Apresuro mi paso cuando escucho el repiqueteo de sus botas. La cabeza comienza a dolerme, y la opresión en mi pecho es cada vez más imposible de llevar, me desmallaré, y Emerson me tomará, me llevará a la oscuridad del callejón y me golpeara, se desquitará los golpes de la última de vez. «No es el dinero» me recuerdo «soy yo».

— ¡Audrey detente! —su agarre en mi hombro; me toma con tanta fuerza que siento que me desgarra, luego me dá media vuelta y me pone de frente a él, quiere que lo mire, que sienta la culpa de antes, quiere que al verlo me sienta mal, para que así lo perdone.

Con su mano libre toma mi rostro, me hace verlo. Me hace ver sus lágrimas, su rostro añejado, el dolor en su mirada, me hace ver un pasado que he intentando olvidar, me hace ver al chico de hace años, al Emerson por el cual yo me derretía, al Emerson de cabello sedoso, hermosa sonrísa, y un corazón por el cual darías cualquier cosa, hasta tu felicidad si es que es posible...

— Audrey. Audrey —esta vez sostiene mi rostro con sus dos manos, me acaricia— no sabes cuánto te extraño, no sabes cuántas noches pase en vela esperando que regresaras. Te amo, pequeña. Siempre te he amado.

El pánico me sumerge por completo, y las palabras de papá llegan a mi cabeza: «Han diágnosticado a tu exnovio con personalidad múltiple, es bipolar, tiene cambios repentinos de humor. Me hace tan feliz que hayas salido de ahí a tiempo, pudo haberte matado» Puedo haber muerto, puedo morir.

— Emerson por favor —gimoteo. Él acerca su cuerpo al mío, me está abrazando.— Dejáme por favor.

— Vuelve conmigo cariño —su voz parece la de un maniáco.

Presa del miedo me quedo sin fuerzas. ¿Qué hacía aquí? «Claro está tonta», me digo «te ha perseguido».

— Emerson no —lo empujo.

Se aleja de mí, me preparo para recibir sus golpes, para escucharlo decir que soy un asco, que no valgo nada. Pero Emerson se detiene para mirarme, sus lágrimas no paran, él sigue llorando, y siento como todo aquello me crea un vacío en el pecho, como si alguien tomara de esa zona y apretara con fuerzas. Sé que me está manipulando, sé que hace todo ese drama para embaucarme y obligarme a ceder, lo hace como lo ha hecho siempre; haciendome sentir la culpable de todo problema.

— ¿Es por él, verdad? —dice— ¿Es por el chico que siempre está contigo? ¿El que pelea por ti? —esta vez se acerca, deseo huir, pero cuando debo, no puedo.— ¿Lo amas a él? Por Dios Audrey, no me cambies por él. Por favor. Por favor.

— Estás mal —contesto— ¡Estás mal! ¡Muy mal! Si todo lo que dijeras fuera verdad, si desde un comienzo hubieras cambiado... Si me hubieras amado.

Cubro mi rostro, mis manos se humedecen por el llanto. «Esto está mal» me digo, «Debería correr, huir. Debería ir a la comisaria más cercana y denunciarlo». Emerson parece leer mis pensamientos, porque cuando procedo a huir él me toma por los hombros y me empuja con fuerzas hasta la pared.

— Audrey... Te quise tanto, tanto que te ayudé a salir de ese hollo al que te habías metido con tus adicciones. Hice de todo por ti; la recuperación, sacarte de los problemas, ayudarte cuando más lo necesitaste. Y tú vas y me fallas. —me falta la respiración, no quiero escucharlo, quiero que se calle, quiero que se detenga, que no llegue a la parte que más me duele oir— ¿Crees que Andrew lo merecía?

Ríe, su risa es grotesca, se burla de mí.

— Pobre de él, tuvo que pagar por ti —su semblante cambia por completo, vuelve a ser el Emerson de mis pesadillas.— Por tu culpa él está muerto. Y gracias a mí hoy tú no lo acompañas bajo tierra. Ahora dime, ¿crees que merezco que me pagues de esta forma?

No existes los héroes. No existen, nunca lo han hecho.

— Él no murió por mi culpa —gimoteo. Me rasguño el rostro, Andrew no. No por mi culpa.

— Mientes, siempre lo has hecho —se acerca, y lo susurra— las mentiras solo maquillan tu vida llena de porquerías, pero nunca te saran de ella.

La cabeza me duele, y los demonios de mi pasado me acechan, se rien de mí, me devuelven a lugares en los que perdí el aliento. Para cuando abro los ojos Emerson ya no está ahí, y no logro distinguir entre la realidad o otro de mis ataques. Mi mente me engaña de a ratos, me mata poco a poco. Algún día no resistire, y todas aquellas imagenes que me abruman terminarán conmigo, llevando a único lugar en el que merezco estar. A la muerte.




• • •
Un 😐 si te preguntas quién es Andrew.
Y un 😈 si quieres saber todo sobre los demonios de Audrey.
Nos leemos.❤❤

DEMONS.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora