Capítulo 3.

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Audrey.

Envio un golpe a mi contrincante y rio cuando veo la sangre innundar su ojo derecho. Las porras, gritos y silbidos no se hacen esperar, así que vuelvo a mi posición, esperando algún otro golpe por parte de ella. Pero la mujer se marea, cayendo de rodillas en la lona, y deshabilitandose al instante. Entonces las porras y silbidos se convierten en maldiciones y ofensas, gritándome cada una de las palabras obsenas que pudiesen existir. Yo tan solo sonrío, sintiendo el amargo sabor a hierro que tiene mi sangre, toco mi labio, dandome cuenta que lo han roto y que necesitara un poco de sutura.

Los apostadores que me apoyan dejan su dinero por todas partes, riendo y tomando, como si esto fuera un espectaculos en el que mostraban a animales exóticos peleando entre ellos. No era como si me angustiara todo eso que ellos pensaran, tan solo hacía esto para escapar de los estereotipos que me inculcaba la sociedad, y sobre todo, para escapar de mí misma.

— Audrey —me detengo en medio pasillo al ver al dueño del local— estas son tus ganancias, vuelve la próxima semana.

Asiento ante su petición y tomo el dinero que me extiende. Cuando llego a los vestidores tomo una ducha rápida, me visto con un abrigo y un jean ajustado. Salgo del local siendo otra, el maquillaje que me aplico mientras camino hasta mi auto es el suficiente para ocultar los golpes viejos, no lo nuevos. Me encuentro con varios chicos en la salida, ellos ignoran por completo mi presencia, ya que a ninguno de ellos les interesa una chica golpeada y odiosa.

Entro a mi auto, enciendo la radio y marco el número de mi amiga, ella contesta a los tres timbrasos.

— Dina a la orden —escucho música a través de la linea, intento concentrarme en su voz, pero tanto la música de donde ella se encontraba como la mía de la radio, evitaban una buena comunicación.

— Hola Dina, voy saliendo del local, ¿quieres que pase por tu casa? —toco mi labio, esperando que no se infeccione mientras busco que hacer con la herida.

— ¡Estoy en la fiesta de la que te hable! —grita, y logro escucharla mejor— ¿Por qué no te pasas un rato?

Miro a los chicos de la entrada, ellos logran seducir a una chicas y entran juntos al local.

— No lo sé Din —enciendo el motor y miro la hora; 10:36 pm.— no he sido invitada, no me gustaría llegar de la nada.

— ¡Por favor Audy! La mitad de esta fiesta no fue invitada.

Miro por unos minutos la calle vacía, era tarde, pero verdaderamente necesitaba ver a Dina para no sentirme tan sola. Marco el GPS con la dirección que me indica mi amiga y manejo a unas cuadras del local. Me estaciono una calle antes de la fiesta, ya que un sin fin de autos aparcados en la calle evita acercarme más, camino hasta allá, deteniendome en una casa de dos plantas, de la cual sale música eléctro y está a reventar.

Intento volver a marcarle a Dina cuando entro, pero miro su cabello rubio por encima de los demás, ella ríe y habla con un chico de gafas mientras bailan al son de la música. Cuando me mira, levanta una de sus manos y sonríe aliviada.

— ¡Creí que no vendrías! —me abraza, haciendome quejarme por el dolor de los golpes— Lo siento.

— No hay problema —le resto importancia y tomo de su bebida.

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