Capítulo 25.

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Kyle.

Quiero ser yo quien la vea regenerarse, quien con una sonrisa o un abrazo le muestre que por más oscura que se vea la vida siempre habrá salvación. Quiero ser quien le ayude a olvidarse de sus problemas, y que de igual manera le ayude a derrotarlos. Sé que no soy nadie, sé que tan solo soy un chico más comparado con el montón, sé que puedo fallar en el intento una y otra vez, pero de igual manera sé que puedo salir glorioso a la primera. Sé que no soy quien para decirle que sus heridas la hacen fuerte y que sus recuerdos se irán con el pasar del tiempo, sé que no pueda hacerla esperar, cuando en mis manos están sus esperanzas de que todo esto se acabe de una buena vez.

Dejé caer mis palabras como agua al fuego; tan solo para apagar sus angustías. Ahora debía mantener todo así.

Miro el asiento vacío del auto, y la imagino siendo feliz, la imagino regresando un viernes por la tarde a su casa para ver a su hermano. Pero también la imagino llorando en una esquina de su habitación, con pensamientos tortuosos llenando su cabeza. Entonces me pregunto cómo una persona puede cargar con tanto peso en sus hombros, por qué entre el montón de persona felices, una tenía que sufrir.

Marco el número de Noah, y cuando aparco frente a mi casa él contesta.

— ¡Por Dios, Kyle! —suelta un suspiro— ¡Pense lo peor!

— Siempre piensas lo peor —le digo— estoy bien, bro. Tan solo te llamaba por lo del auto.

— ¿Todo bien? Dime que no te hicieron daño, que llevas todas las partes de tu cuerpo, dime que no te sacaron un riñón mientras dormías.

Sonrío, el drámatismo de Noah me divertía.

— Todo bien.

Corto la llamada y entro a casa. El cuerpo me pesa, quiero darme una ducha, pasar horas bajo el agua y olvidar toda aquella historia de Audrey que retumbaba en mi cabeza. Debía ayudarla, pero ahora que tenía la oportunidad no sabía que hacer, no sabía cómo proceder. ¿Qué le diría? ¿Qué haría? Cómo se reparaba a una persona que había perdido las esperanzas.

— Kyle.

La voz de papá me hace reaccionar. Lo había olvidado, había olvidado todo.

— Puedo explicarlo —contesto al instante en que lo miro.

Lleva las manos en sus pantaloncillos y puedo notarle en el rostro el enojo. Su semblante es tranquilo, pero puedo jurar que si doy un paso en falso él explotará. En mi cabeza se reproducen cada vez más las palabras de Audrey, y quiero decirle a papá que este no es el momento de hablar, pero uno también se cansa de mentir ¿no? Se cansa de condenarse al silencio cuando se sabe que hay alguien con quien contar. Entonces no escapo, esta vez elevo el rostro en busca de su mirada, y con la frente en alto lo invito a hablar. Papá no se asombra, claramente es lo que esperaba. Los dos tomamos asiento en el sofá, lo veo esperar, mientras que en mi cabeza busco una situación, momento, fecha, lugar o suceso por el cual comenzar.

— Yo... —suspiro, es difícil mirar el rostro de una persona a la cual le has mentido por tanto tiempo— no sé que decir.

Bajo la mirada, la culpa me golpea, me invande y debilita.

— Los escapes de noche, la falta de confianza, el sumergir a Noah en tus mentiras, el engañarnos a Nathan y a mí para poder irte a un local de boxeo —niega repetidas veces— ¿Dónde está Kyle? Dime, donde está el chico que aceptaba todo aquello que le hacía bien.

DEMONS.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora