Capítulo 13.

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Kyle.

— ¿Adónde vas? —la voz de mamá me obliga a detenerme.

— ¿Al instituto? —contesto dudoso.

— Ven acá.

Doy media vuelta y camino hasta la cocina, el olor a café recién hecho y tosino frito me remueve el estómago, haciendome arrepentirme por no quedarme a desayunar. Mamá pasa su mirada espectante por todo mi rostro, y cruzo los dedos para que no note que llevo maquillaje encima. Sería mi perdición si alguno de mis padres termina dandose cuenta de todo lo que ha sucedido, tal vez lo comprendan, pero también estaba la posibilidad de recibir un regaño y una larga charla sobre lo que implicaba meterse en problemas y romper las reglas.

— Quizás a tu papá lo engañes —dice mientras toma una toalla húmeda de cocina— pero a mí no —cierro los ojos al sentir su leve roce sobre mi rostro—. Ya he jugado este juego, cariño. Una vez quise pasarme de lista en la universidad, pero tu padre terminó arruinandome la jugada.

Deja de limpiar mi rostro, abro los ojos esperando encontrarme con su gesto de enojo y advertencia, pero en vez de aquello me encuentro con su gesto compresivo y maternal.

— ¿Me diras qué sucedió? Prometo escuchar hasta el final y no decirle a tu padre.

Sonrío satisfecho, aun así dudo en decirle.

— Kyle —sentencía— no puedes andar por ahí guardandote todo. Además, estos días has llegado tarde, y tampoco creas que eso de tus proyectitos escolares es muy convincentes.

Enarca una de sus perfectas cejas y sonríe cruzandose de brazos. ¿Qué tenían las mamás como para darse cuenta de todo? Tal vez la mía tenía lo suyo; sabía cuando uno cargaba los problemas al hombro, y eso lo aprendió con papá. Me invita a tomar asiento en la mesa, y mi estómago ruge por recibir comida, pero mi mente me grita que se hace tarde para lo que tengo planeado.

— Fue un econtronazo con unos chicos —le digo.

— ¿Compañeros tuyos? —acarica mi mejillas y heridas.

Muerdo mi labio inferior, pensando en si debía mentirle o soltarle toda la verdad, ya que algún día, al igual que hoy, gran parte de mis mentiras saldrían a luz, y ese día dudaba que me trataran de buena manera a como ella lo hacía ahora. Mamá me mira esperando, y en su mirada siento aquello que me muestra que estoy cambiando, que ya no soy el chico tranquilo que se encerraba en su habitación para jugar al XBOX con Noah, y que hacía caso a todo aquello que le dijeran sus padres. Mi problema no era el cambiar, sino, el no saber si eso era bueno o malo.

— Sí, compañeros del instituto —miento.

Tuerce su gesto con digusto.

— Kyle habrá que hablar con el director mira como te dejaron, eso es bulli... —papá entra adormilado a la cocina, no lleva camisa por lo cual puedo mirar todas aquellas cicatricez que se ganó en peleas. Mamá se entristece al verlas, luego pasa su mirada a mí.

Sé lo que piensa, que nos parecemos, qué papá y yo nos parecemos demasiado con ese montón de cicatricez encima.

— Debo irme —me levanto de la mesa. Papá pasa su mirada en mí, pero por lo adormilado que se encuentra no nota nigún golpe.

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