CAPÍTULO TRECE: UN ÁNGEL DE OJOS AZULES

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MARATÓN 2/5

Eduardo se encontraba en la en su oficina cuando entró Gaviota, su secretaría. Ella estaba muy enamorada de Eduardo pero él sólo tenía ojos para Erika.

- Hola Eduardo- dijo Gaviota en la puerta de la oficina de Eduardo.

- Hola Gaviota, ¿Cómo estás?- preguntó Eduardo mirando unos papeles.

- Sé que hace poco entré a trabajar y que realmente no hemos cruzado muchas palabras pero es que quiero decirle algo desde hace muchísimo tiempo, algo que no puedo seguir ocultándolo- dijo Gaviota sentándose en una de las sillas de la oficina de Eduardo.

- Gaviota, me estás asustando ¿Qué pasa?- dijo Eduardo sorprendido.

- Eduardo, desde que te vi tus ojos cambiaron mi vida. No duermo, no como, no puedo trabajar si no es pensando en ti y realmente estoy volviéndome loca por que no sé nada de tí- dijo Gaviota acercándose a Eduardo.

- Gaviota no se que decirte- dijo Eduardo un poco incómodo.

- No tienes que decirme nada Eduardo, sólo déjate llevar por lo que sentimos por que sé que no te soy indiferente- dijo Gaviota tomando el rostro de Eduardo y procedió a besarlo.

Mientras Eduardo y Gaviota se besaban por un lado el celular de Eduardo se encontraba a un costado pero no sonaba si no vibraba haciendo que sea imposible escucharlo en ese momento.

Por su parte, en la mansión Buenfil Laura se encontraba en la sala leyendo un libro mientras Denisse estaba trabajando en el despacho que había sido de su padre cuando sonó la línea de la sala por lo que Laura procedió a contestar.

- ¿Aló?- dijo Laura con el teléfono en la mano.

El doctor de Erika estaba conversando con ella, Laura en ese momento quedó fría dejando caer el teléfono al piso ante el nerviosismo del doctor que rápidamente colgó la llamada.

En ese momento Laura no pudo contener todo lo que sentía por dentro y comenzó a gritar.

- ¡NO! ¡NO! ¡NO PUEDE SER!- gritó Laura llorando en el piso.

Denisse al escuchar los gritos de su madre salió corriendo a encontrarla pensando que se había golpeado, pero cuando la encontró tan desecha en el piso supo que algo no estaba bien con Erika.

Zoila por su parte se encontraba en una de las salas privadas del psiquiátrico, sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras que con sus manos tomaba una sábana blanca con la que tapaba el cuerpo de aquella infortunada mujer. Aquel cuerpo se encontraba acostado en una fría camilla de metal, Zoila procedió a abrazarlo mientras las lágrimas seguían cayendo.

Mientras tanto en la cafetera Yañez, Eduardo y Gaviota estaban besándose cuando el primero supo que eso estaba mal y se separó de Gaviota rápidamente.

- Gaviota, lamento que te hayas confundido pero debo decirte que estás equivocada. Yo no siento nada por ti, yo estoy enamorado de otra mujer y tu eres una mujer muy guapa puedes estar con quien tú te propongas- dijo Eduardo dándole una media sonrisa a Gaviota.

- Eduardo yo- dijo Gaviota tratando de besarlo nuevamente.

- No Gaviota, si no puedes entender lo que acabo de decirte creeré conveniente el echo de cambiarte de puesto para que mantengamos distancia- dijo Eduardo decidido.

- Lo lamento- dijo Gaviota saliendo de la oficina.

- Perdóname mujer, pero yo amo a Erika y quiero que ella se recupere para casarme con ella- dijo Eduardo recordando aquel último beso que le dió.

Luego de ese incómodo momento decidió sentarse en su escritorio percatándose que tenía muchas llamadas perdidas de Zoila, algo comenzó a preocuparle y hasta ponerlo un tanto nervioso. Así que tomó el celular y procedió a llamar a Zoila.

- Hola Zoila, tengo muchas llamadas perdidas tuyas- dijo Eduardo sonriendo.

- Eduardo, no se como decirte esto- dijo Zoila llorando.

Eduardo pronto sintió una pesadez en su estómago cuando aquellas palabras salieron de la boca de Zoila.

- Eduardo, Erika se suicidó- dijo Zoila estallando aún más en llanto.

Eduardo quedó petrificado cuando escuchó aquella noticia.

LA VIUDA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora