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Angeline

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Angeline

Nos encontramos en el pasillo al perfecto de Ravenclaw. Un chico lindo al cual mi hermano no dudo en intimidarlo con una mirada severa.

—Bie-Bienvenida, Angel-Ange..

—Angeline, pedazo de idiota, se llama Angeline. ¿Es difícil pronunciar su nombre? —Calle a mi hermano con un codazo en la costilla, antes de que siguiera comportándose de esa forma tan fastidiosa.

—Si, lo- lo siento —aclaro un poco la garganta— mi nombre es Anthony Goldenstein, soy el prefecto de la casa Ravenclaw, te doy una cordial Bienvenida esperando que...

—Si, si nadie quiere escuchar tu sermón, Goldenstein —apareció el tal Malfoy, interrumpiéndolo y haciéndolo de lado soltando todos sus aires de grandeza que escurrían por todo su rostro —¡Felicidades Edevane! te dije que encajarías muy bien, por lo menos uno de los dos tiene el privilegio de estar en Slytherin — me miro de arriba abajo, creyendo que podía intimidarme —es una lástima, serias una preciosa Slytherin.

—De verdad es el sueño de toda mi vida —respondí sarcástica, se notó que mi comentario le pareció un insulto, aún más cuando Anthony trato se no reírse— nos vemos Alarick.

Junto con Anthony salimos por la entrada principal del castillo, la puerta era tan alta que me parecía interminable cruzamos los jardines cubiertos del manto nocturno de la noche, siguiendo el camino hacia lada oeste del gran castillo, caminando por un largo pasillo rodeado por altos arcos que daban vista al pateo, mientras intentaba memorizar muy bien el largo camino hasta mi sala común. Entramos una vez más al castillo pasando por un pequeño pasillo lleno de pinturas que se movían y me saludaban amablemente conforme caminaba. Hasta que por fin, luego de subir unas cuantas escaleras más estábamos a fuera de la torre de Ravenclaw, estaba demasiado alto pero la vista lo valía, podía ver el conocido lago negro el sauce boxeador y el bosque prohibido, además de sentir una fresca brisa nocturna volar mi cabello y acariciar mi rostro.

La puerta a la sala no tenia perilla o picaporte, solo una figura del animal de nuestra casa.

—¿Qué fue primero? El fénix o la llama —pregunto el águila.

—Adelante —me sonrió Anthony.

Debía analizar muy bien la pregunta antes de responder, no queria parecer estúpida en mi primer día, por algo el sombrero me coloco en esta casa, debía honrara.

—Mmm...Un circulo no tiene principio —trate de parecer segura ante mi respuesta.

—Excelente, pueden pasar— se abrió lentamente la puerta.

La sala común es completamente tan hermosa todo lo que imaginé, llena de libros y mesas para estudiar, los sillones, cortinas y alfombras eran en tono turquesa, no podía sentirme más soñada, inmediatamente me sentí como en mi nuevo hogar. Tal y como me indico el perfecto, ya en mi habitación estaban mis pertenencias y mi querido gato negro, descansando en la que sería mi cama. Tenía la cama de en medio.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora