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El día de regresar a Hogwarts llego. Los Edevane caminaban en  el Callejón Diagon.

—Saben bien lo que deben hacer ¿verdad? — preguntaba Ares caminando tras sus hijos. Se había puesto una larga capa negra con capucha que apenas y dejaba ver parte de su rostro.

—Si...padre —contestó Alarick.

—Perfecto. Enton....

—¡CUIDADO!

Una gran bola de luz volaba sobre las personas, algunos se agacharon y otros se arrojaron al suelo para no ser alcanzados. Los Edevane por suerte se alcanzaron agachar cuando esta exploto sobre ellos dejando escapar cientos de chispas. Las risas venían de una nueva tienda: Weasleys&Weasley o mejor conocida como Sortilegio Weasley. La única tienda llena de gente y colores a comparación de los pobres locales destruidos y apagados.

Los tres se levantaron, Angeline sonrió para sus adentros recordando la travesura de los gemelos del año pasado y su padre solo se limpiaba y acomodaba la ropa.

—Deben ir con sus amigos. Chicos, Todos confían en ustedes. — finalizo Ares para retirarse.

— ¡Neville! — lo abrazo con mucha alegría al verlo salir del local
—  me da gusto verte.

— Lo mismo digo ¿cómo estuvieron sus vacaciones? Mi abuela cada vez esta más loca no quería que regresara a Hogwarts. —  los hermanos se miraron y prestaron  más atención —  ya sabes, por lo que sucedió. Están buscando a varios mortifagos...

— Si lo sabemos- respondió Alarick.

Entraron a la tienda de los gemelos, estaba a reventar. Había todo tipo de caramelos y artículos de bromas. Hermione y Ginny estaban cerca de una especie de fuente de filtro de amor, los hermanos la saludaron.

— ¿Qué dices Alarick? ¿Crees que Parkinson tratara de usar una de estos contigo? — se burlo Ginny.

— No fastidies, Weasley — resongo.

— ¡HEEEEEEEY!! – Angeline fue levantada por los gemelos en sus hombros. — Nuestra Edevane favorita.

— Chicos – contesto muy sonriente y Alarick puso los ojos en blanco. —  que alegría verlos. — abrazo a cada uno cuando estos la bajaron.

— Te extrañaremos. Y esperamos puedas sobrellevar un año sin nuestras travesuras. — Dijo Fred brindándole una cálida sonrisa, no dejaba de mirarla, el cambió de imagen le había sentado de maravilla.

— Créanme, ahora más que nunca me harán falta.

— Oigan ¿cuánto por esto? — apareció Ron, sosteniendo un artículo en sus manos.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora