Los mellizos Edevane reciben su carta de Hogwarts para cursar su quinto año. Toda la vida han sabido que su familia tiene un linaje de sangre pura y para ellos el tema de la magia es lo más normal. Al llegar a Hogwarts se encontraran con las reglas...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Angeline
Mi hermano me tomo de la mano y empezamos a seguir a Draco, se le notaba muy ansioso.
Nunca vi a Alarick tan interesado en su bienestar, aunque entendía que lo hacía solo para que Harry se mantuviera distanciado. Draco no se encontraba en su mejor momento y cualquier privación de parte de Harry podía hacerlo soltar todo lo que a estado acumulando. De pronto Alarick se detuvo observando a sus espaldas.
— Tu sigue. — me miro — yo intentaré mantener a Potter distraído.
— Alarick...
— Escucha. Es mejor si vas tu sola...confío en ti. — soltó lentamente mi mano. — Ve Angeline.
No quería estar por el momento sola y mucho menos con Draco. Sin embargo, aunque el mismo no lo quisiera, teníamos que apoyarnos en todo. Harry no era estúpido, sabía perfectamente que Draco traía algo entre manos y no tardaría tampoco en sospechar de nosotros.
Perdí a Draco por un momento, y sentí que podía venirse todo abajo. La presión empezaba acelerar mi corazón y hacía que me sintiera totalmente desorientada, me recargue en la pared y respire profundamente para calmarme, quizás si entraba en su mente podía ver exactamente donde podía encontrarse.
El primer intento fue fallado, no vi más que un remolino oscuro por la barrera que Draco había puesto. No iba rendirme, me necesitaba, volví a intentarlo y el resultado fue el mismo, otra vez, una vez más y nada... fue tanto esfuerzo que los mareos volvieron ¿Tan débil me volví? Solo podía sentir pena conmigo misma ¿Y si Alarick fuese el que estuviese en su lugar? Por supuesto que no me daría por vencida.
Narcissa me llevó a una habitación alejada de todos, entramos y con un movimiento de su varita logro cerrar perfectamente la cerradura. La elegante dama se mostraba preocupada.
Camino hasta mi a paso lento, resonando por toda la habitación el ruido de sus tacones.
— Necesito que me hagas un enorme favor y quiero que me lo prometas. — se mostró desesperada.
— La escuchó...
-Esto va más allá de un juramento inquebrantable y esta por completo fuera de la situación, pero estoy segura que podrás entenderme...— su rostro se afligió, sus ojos se tornaron rojizos, se estaba haciendo la fuerte y es que no deseaba perder su fuerte postura, después de todo estaba sola, su esposo en Azkaban y claramente no contaba con la gran ayuda de su hermana. — Quiero que cuides de Draco. — Soltó de pronto tomándome por sorpresa. — Note como te miraba junto al señor tenebroso. Como estaba preocupado por ti y como se ilumino un poco su rostro al verte llegar, pese a esta situación. Conozco a mi hijo y jamás había notado ese brillo en sus ojos, ese brillo que solo se ve cuando alguien...esta enamorado.
No terminaba de procesar esa palabra tan alejada al chico que conocía. Un ligero cosquilleo en el estómago desato un mar de emociones en mi interior.