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Angeline

Buscaba a mis amigos entre tantos cuerpos, tantos cuerpos sin vida, tanto carroñeros, mortifagos y...estudiantes, esparcidos por el interior y exterior del castillo. Ni un solo ruido podía oírse, el sollozos y los llantos de los amigos de los fallecidos era tan bajo que apenas y se podía percibir, solo se notaba la tristeza en sus rostros afligidos y llenos de dolor y lágrimas. 
 
—¿Nada? —pregunté a Draco mientras este se acercaba a mis espaldas. Me había detenido en el pasillo que daba al gran comedor.

—Descuida —me abrazo por detrás queriendo brindarme el consuelo que necesitaba, beso mi mejilla—, los encontraremos.

Antes de que pudieran responder, escuchamos a Luna, quien se acercaba corriendo hasta nosotros, la alcance y la abrace con todas mis fuerzas, agradecida de verla solo con algunos moretones y su tan característica ropa colorida sucia.

—Alarick está en el comedor —dijo Luna señalando las grandes puertas a sus espaldas.

Sentí un peso menos, suspiré y los tres traspasamos las puertas. 

El ambiente era lúgubre, se sentía el sufrimiento, angustia... y no se que era peor, ver los cuerpos tirados afuera o dentro del gran comedor donde alguna vez estuvo lleno de estudiantes y profesores alegres.

Varios llegaban con camillas que tenían heridos o en su desgracia: más muertos.
Camine entre todos ellos, observando a cada profesor y estudiante herido, escuchaba ligeros lamentos y sollozos. Me aferre del brazo de Draco, todo esto parecía irreal, estaba viviendo mis pesadillas. 

Algunos de mis compañeros de casa yacían cubiertos por mantas blancas para no ver sus cuerpos destrozados o heridos, otros estaban tratando sus heridas y algunos se consolaban. 

—Angeline —Samantha me abrazó, y escondió su rostro en mi hombro.
Al alejarse un poco de aquel corto abrazo, vi su rostro transformarse, sus lágrimas caían al instante en que escondía su llanto entre sus manos, mi hermano la abrazó y ella sollozaba en su pecho. Alarick me miró y negó, mi corazón latía con fuerza, al mirar a mi derecha casi caigo de no ser que Draco me aferraba a él. 
 
En el suelo estaban los cuerpos de Dagna y Laionel. Samantha estaba destrozada y no era para menos, sus mejores amigos y ahora amigos míos, mi familia...estaban muertos. 
Note que Draco igualmente sentía la pérdida de dos personas que nunca nos dejaron, que estuvieron para nosotros y que decidieron venir y luchar...solo porque se trataba de nosotros. Entonces pasó, Laionel abrió los ojos pegando una gran bocada de aire e incorporándose, Sam se quedó boquiabierta al ver a nuestro amigo prácticamente burlar a la muerte.
 
Sam no dudó en caer al suelo y abrazarlo, aunque Laionel estaba confundido y aturdido. Miraba a todos lados desconcertado y al ver el cuerpo de Dagna, quien, desafortunadamente, no corrió con la misma suerte que él, arrugó su rostro y su piel se tornó tan roja como su cabello.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora