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Angeline

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Angeline

El frío de la noche me abrazo. Estaba en medio del bosque que rodeaba la casa de mi abuela, mire a mi alrededor filas y filas se altos árboles que casi alcanzaban las nubes grises. Las hojas crujían bajo mis pies y el olor a tierra húmeda invadía mis fosas nasales.

Llegué al pórtico de la casa, limpie con la manga de mi suéter el cristal de la ventana intentando ver algo adentro, pero nada, oscuridad total. Me aleje dos pasos atrás, volviendo a pisar la tierra y las hojas, observando bien cada esquina de la casa donde crecí. Estaba intacta, tal y como la dejamos cuando huimos con Ares, solo se veía más triste y sola, la pintura del exterior se estaba cayendo, había manchas de moho en las esquinas de las ventanas y la hierba alta que se apoderaba de los pilares.

Quizás y solo fue una trampa de parte de Ares y mi abuela se mantenía a salvo》pensé como posibilidad, pero no, mi corazón dictaba que entrara y yo misma lo averiguara, si era una trampa de Ares para que viniera al menos le daría el beneficio de la duda.

Me pare frente a la puerta estirando la mano para sujetar la perilla, más una gota de sangre volvió a caer entre mis dedos. Intenté verme en el reflejo de la ventana, mi nariz volvía a sangrar.

Se que fue por aparecer aquí, no estaba en mis cinco sentidos y a decir verdad me sentía algo débil, todo por el impacto de esas imágenes que Ares me mostró. Sí Alarick hubiese venido, también se hubiese lastimado, aparecer y desaparecer requiere de gran fuerza física y mental.

El cielo empezaba a tronar, debía hacer esto rápido. Intente abrir la perilla pero estaba cerrada era obvio, saque mi varita y apunte para lanzar un "alohomora" cuando la mano de alguien se posó sobre la mía, causándome un susto de muerte y que pegara un grito camuflado por los truenos del cielo.

—¡Mierda! ¡Alarick! —sostenía mi pecho con mi mano, sentía que el corazón se me saldría —.¿Estás bien?

Alarick estaba apenas apoyándose en su bastón, respiraba constantemente, se había lastimado al intentar aparecer.

—Te dije que no me siguieras...

—Soy el mayor por 12 minutos...—dijo intentando hacerme reír pero mi enojo se mantenía firme. Alarick aclaró la garganta y se enderezó —. Está todo igual.

—Pues es se verá en un rato —abrí la puerta con ayuda de mi varita y el hechizo, esta se abrió lentamente dejando a su paso un rechinido.

Todo estaba oscuro, Alarick iluminó con un "lumus" nada parecía haberse movido, solo había polvo cubriendo los muebles y algunas telarañas en los rincones del techo.

—Está intacto —dijo Alarick.

—Eso parece. Ve y revisa arriba, yo me quedo aquí —dije caminando en dirección al viejo estudio de la abuela.

𝐓Ú 𝐌𝐄 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐒 𝐕𝐀𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora