9. Sin Miedo a Nada

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Ni a la muerte temeré,

Pues vida es lo único que tengo

Lo único por lo que lucharé... Sin miedo a nada.


Si pudiera, volver a nacer

Te vería cada día amanecer,

Sonriendo como cada vez,

Como aquella vez.

Te voy a escribir la canción más bonita del mundo

Voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo

Un día verás que este loco de poco se olvida

Por mucho que pasen los años de largo en tu vida

La Playa, La Oreja de Van Gogh


Neal miraba el pórtico de la casa de Terry con indecisión, el sombrero de gamuza gris cubría su rostro del rayo solar, la corbata le apretaba de manera inusual y las manos le sudaban copiosamente.

Soy un miserable cobarde... ¿a quién engaño? – Pensaba – si he tenido alguna oportunidad de redimir mi inútil vida es ahora... pero... ¿qué le voy a decir a Paty? "Hola querida, gusto en verte, por cierto ¿te comenté alguna vez que el plan para quitarte a tu hijo fue idea de Eliza? ¿Mencioné que la Abuela Elroy y Archie no saben nada y que me callé estos años por imbécil?... bueno, solo quería que te enteraras para que confirmes que soy la peor basura de este mundo" – musitaba socarronamente para sí – y además está Grandchester!... "¡Hola Terry! ¿Recuerdas el día que Candy no llegó a tu cita de amor? Bueno, pues Eliza me pidió que escribiera otra nota y se la hiciera llegar para que te odiara por el resto de su vida, por dejarla ir sin ninguna explicación!

Contuvo una risilla, mitad de miedo mitad de nerviosismo, mientras hacía chocar los talones de sus finos zapatos negros, levantó la vista nuevamente, respiró profundo y tomó valor.

Todo sea por ti Candice... ¡maldita la hora en que dejé de ser lo que era por ti!... ¡no estaría muriéndome de miedo porque Grandchester me haga trizas en estos momentos!

Dicho esto, enfiló sus vacilantes pasos hacia el pórtico, estiró la mano para hacer sonar la campanilla y un grito lo detuvo en seco, sin atinar a hacer nada.

En cuestión de minutos, Rose salió intempestivamente con Graham en brazos, el niño respiraba con dificultad y estaba levemente azulado.

Ignoro quién sea usted jóven... pero este es un caso de vida o muerte.

Neil no dijo nada, tomó al pequeño en brazos y le hizo la seña a la mujer de que subiera al auto.

Indíqueme a dónde nos dirigimos.

*** ** *** ** *** ** *** ** ***

Candy iba y venía nerviosa por la habitación, el último encuentro con Terry le había despejado unas cuantas dudas, sabía que aún la amaba, que no estaba casado con Patricia y que Graham no era su hijo natural.

Con pesadumbre se desplomó en una silla, desató su mandil y se quitó la cofia mientras exhalaba una gran bocanada de aire.

Menos mal que no presenté mi renuncia... ¿A dónde hubiese ido?... seguramente la Abuela me habría instigado a secundarla en sus aburridos cocteles y pomposas reuniones – un escalofrío recorrió su espalda con esa sola idea - ¡Ughh!... sólo espero que Terry llegue puntual, todavía tiene que aclararme demasiadas cosas.

¡Candy! – gritó Joyce - ¡Candy!... ¡Ven rápido... es Graham!... ¡Esta vez es serio!

¡¿Graham?! ¿qué le sucede?

Sin Miedo a NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora