7. Sin Miedo a Nada

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¿Quién te dijo que en la vida el tiempo es lo de menos?

¿Quién te dijo que el amor se puede volver humo?

¿Quién te dijo que te rindas antes de saber por qué luchas?


Mil y un historias me he inventado, para estar aquí aquí a tu lado,

Y no te das cuenta que, Yo no encuentro ya que hacer.

Sé que piensas que no he sido sincero,

Sé que piensas que ya no tengo remedio,

Pero quién me iba a decir, que sin ti no sé vivir.

Si te he fallado te pido perdón

De la única forma que sé,

Abriendo las puertas de mi corazón para cuando decidas volver.

Que todos aprendemos de nuestros errores,

Sólo yo te pido que ahora me perdones,

Pero quién me iba a decir, qué difícil es vivir.

UN SIGLO SIN TI, Chayanne.


Candy caminaba despacio por las calles vacías, el ruedo de su vestido se arrastraba por las losas oscuras, las lágrimas rodaban por sus mejillas, los rizos desparpajados caían sobre su sien.

Dios... ¿por qué dejé que lo hiciera?... ese beso me duele aún más que aquella despedida.. ni siquiera volteé a mirarlo, no pude...

La chica detuvo su paso en seco al ver la figura de Terry, quien no se percató de su presencia. La luz de la farola iluminaba su larga cabellera castaña, sentado en la banqueta parecía aún más vulnerable.

Miraba fijamente hacia la nada, dos lágrimas rodaron por su rostro y se dejó caer hasta que su espalda topó con la pared, las piernas flexionadas, una mano en la rodilla y la otra sobre su frente... la tenue luz amarillenta rodeaba su cuerpo con suavidad, el frío viento volaba su cabello... echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos sin poder contener el llanto.

¿Por qué no lo entiendes? – musitó temblando - ¿Qué tengo que hacer para que comprendas lo que siento? ¿Cómo puedo hacerte sentir todo esto que traigo aquí dentro que no me deja vivir ni respirar ni amar? ¿Cómo?

Ella se acercó entonces, se arrodilló frente a él y con dulzura le retiró los mechones de la frente, sus ojos se encontraron en segundos y tomó sus manos entre las suyas apretándolas firmemente contra su pecho.

Sólo dime que no es un sueño... que eres real... que si te toco no vas a desvanecerte...

Terry...

Sin ti... sin ti....

¿Qué Terry?

No soy...

Entonces... sé.

Candy lo atrajo hacia ella, en un cálido abrazo que curó en instantes cinco años de heridas, de soledad, de tristezas. El la miró como nadie más podría, apartó los rizos con sus dedos y la angustia y la desesperación se borraron de poco en poco de su rostro... sólo estaban ellos dos, sentados a media calle con la luz amarillenta brillando sobre ellos, que abrazados, esperaban juntos ver un nuevo amanecer.

** *** ** *** ** *** ** ***

Albert no perdió el tiempo después de lo que había presenciado esa noche, caminaba nerviosamente por la habitación con una foto entre las manos, sus azules pupilas reflejaban asombro e indecisión. Unos leves golpes en su puerta lo sacaron de sus cavilaciones, tomó la bata de seda azul oscura que yacía al pie de la cama, se envolvió con ella y acto seguido abrió la pesada puerta de madera labrada.

Sin Miedo a NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora