15. Sin Miedo a Nada

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Vivir significa sufrir alguna vez,

Significa luchar permanentemente.

Vivir es una continua batalla por seguir,

Una vez que se está en el fondo

El único camino que queda es hacia arriba... sin miedo a nada.


Escuchaba noticias hoy en la televisión

Muertos y malheridos desde Irlanda hasta Ecuador

Caras distorsionadas por el hambre y la ansiedad

Fueron ríos de sangre lo que pude imaginar

Siempre vendrán tiempos mejores.

Vivo con la esperanza de mirar un cielo azul

De dejar en los niños aunque sea un rayo de luz

Siempre vendrán tiempos mejores.

Tiempos mejores. Yuri.



Flammy escribía con rapidez, la tinta manchaba sus blancas yemas y escurría un poco entre sus palmas, garabateaba a la luz de la vela a punto de terminarse, un sudor frío corría por sus sienes, el miedo escapaba por todos los poros de su cuerpo, trató de dominarse sin lograrlo.

¡maldita sea!... Flammy Hamilton... cálmate o alguien va a notarlo y ahí sí que se acaba todo... tranquilízate o todo estará perdido.

¡Enfermera Hamilton! ¡venga aquí inmediatamente! – el grito provenía del Dr. Haber

Con rapidez guardó la nota entre sus ropas, limpió sus manos lo mejor que pudo y trató de recobrar la compostura.

¡Hamilton! ¡venga aquí o...!

Aquí estoy Dr. Haber...

¿Es cierto que desde ayer ha estado enferma?

Sí, algo me asentó mal en la cena.

Ya veo... entonces no está impedida para seguir con su labor ¿o sí?

No – alzó la ceja con altanería – por nada del mundo le daría el gusto de deshacerse de mí en esa forma.

Mejor que lo entienda... por cierto, hoy vienen los tratantes de armas, revíselos antes de permitirles la entrada al campamento...

¿Alguien en particular?

Nadie... los de siempre.

La joven respiró una vez que el hombre había salido de la habitación, no era precisamente alguien de físico desarrollado, más era imponente en su trato, contrariar al Dr. Haber era un pase seguro a la muerte. Esos ojos azules tenían el don de otorgar vida o muerte en segundos, a pesar de su avanzada edad sus rasgos teutónicos eran avasalladores, firmes, temerarios para quien lo conociera bajo esa aparente mansedad.

El ruido de un automóvil con capota oscura irrumpió en sus cavilaciones, a lo lejos vio descender a un hombre blanco, sus 1.85 m de altura y su extrema delgadez lo hacían extremadamente notorio, el cabello casi ralo y rubio endurecían las facciones que alguna vez fueran dulces, los ojos verdes centellantes miraban con frialdad y sorna mezcladas. El traje gris que portaba lo hacía distinguido, observó a su alrededor y al fijar la vista en la enfermera hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa.

Fraulein Hamilton... gusto en volver a encontrarnos – dijo en un inglés casi perfecto.

Franz Husseman... creí que vendrían hasta el siguiente mes.

Sin Miedo a NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora