Capítulo 27

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Me acerqué al lugar en donde había dejado mis cosas y las tomé

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Me acerqué al lugar en donde había dejado mis cosas y las tomé. Busqué a Gina con la mirada y despacio me acerqué a ella.

—Gina, necesito hablar contigo —le dije. Ella me miró.

—Luego continuamos muchachas —les dijo a las modelos que me echaron una devoradora mirada, como si yo fuera algo de comida. Aunque si lo soy, en este momento me siento como un yogurt vencido —¿Qué sucede pequeño?

—Gin, renuncio —solté lo que tenía pensado sin ninguna traba. Sus ojos se abrieron bien.

—¿Qué? Pero, ¿Por qué? ¡No puedes renunciar! ¡Eres el mejor ayudante que he tenido en años, Tom! —me dijo

—Lo sé, lo sé, no hay nadie como yo. Pero es lo mejor para mí, antes de que tu hija me vuelva completamente loco.

—¿Quieres que la rete un poco? —preguntó.

—No, no. Eso no cambiaria mi problema —dije. Me acerqué a ella y besé su mejilla —Eres la mejor jefa que un chico como yo podía tener...

Sus ojos se humedecieron y me miró con tristeza.

—Y tú eres el mejor ayudante del mundo —me dijo y acaricio mi mejilla maternalmente.

¿Hace cuanto que no recibo una caricia así? Tal vez de mi nana, pero no se siente parecido a la caricia de una madre. Eso debe sentir Carolina cada vez que su madre la acaricia o la mima.

—Adiós, Gin —dije por lo bajo.

—Toma—sacó de su bolsillo un sobre con dinero —Esto es tu sueldo del mes...

—No, no lo quiero...

—¿Cómo que no, Tom? Por favor, déjame pagarte...

—No podría cobrarle al mejor trabajo de mi vida.

—Por favor, por lo menos dame ese gusto. Ya que no te quedas, déjame pagarte el mes.

—Pero aún no termina el mes...

—Tómalo, y no acepto un no—sentenció. Suspiré y tomé el sobre. Ella se acercó a mí y me abrazó —¿Vendrás a visitarme?

—Cada vez que pueda —le dije.

Se alejó y sonrió.

—Ya puedes irte.

Sonreí y me di vuelta para irme a quien sabe donde a despejar un poco mi cabeza y mis problema. Mejor dicho mi problema el cuál tiene nombre y apellido, Carolina Levine.

Salí de las oficinas sobre Betty y comencé andar sin rumbo alguno. Hasta que sin darme cuenta estacioné frente al bar de Senia.

La última vez que vine aquí fue cuando esa... esa condenada se me puso a bailar sensualmente y provocar a todos los borrachos del lugar. Me bajé de la moto y caminando despacio entré.

Dangerous Obsession [Adaptada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora