Capitulo 54

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Ella dejó de caminar y entonces me giré a verla

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Ella dejó de caminar y entonces me giré a verla. A leguas se notaba que estaba realmente nerviosa por todo este motivo.

—¿Qué pasa mi amor? —le pregunté.

—Creo... creo que no es buena idea, Tom. Mejor llamo a mi madre y le digo que no venga. O quizás llame a papá y le diga a él que no venga —dijo y tomó su celular.

—Oye, oye —la detuve y le quité el pequeño aparatito —Todo va a estar bien. Ellos dos son personas grandes, van a comportarse.

Ella asintió y besé su frente. Volvimos a caminar y entramos al lujoso hotel para dirigirnos a la parte cómoda del restaurante. Un hombre calvo y de baja estatura se acercó a nosotros.

—Buenas tardes ¿En qué puedo ayudarlos? —nos preguntó.

—Buenas tardes —lo saludó Carolina —Tenemos una reservación a nombre de Carolina Levine.

El hombre miró la agenda que tenía en su mano y asintió.

—Si, señorita, la mesa ya esta lista. Por aquí.

Comenzó a caminar y lo seguimos. Nos dio el paso para sentarnos en una adornada mesa con cuatro platos. Como todo un caballero le corrí la silla a mi novia y ella se sentó. El mozo se alejó inclinando levemente la cabeza. Vi como Carolina miraba a su alrededor...

—Amor, tranquila —le dije. Me miró a los ojos—Cuando mis padres lleguen se va a desatar la tercera guerra mundial —aseguró.

—Quien sabe —dije y acaricie su mejilla —Quizás sea hora de la paz mundial.

—¡No saben lo contenta que me puse cuando supe que íbamos a almorzar los tres juntos! —escuchamos su aguda voz. Ambos nos giramos a verla. Me puse de pie y ella se acercó a abrazarme —Eres un desconsiderado. No fuiste a visitarme como lo prometiste.

—Lo siento —le dije y me alejé de ella —Pero las cosas no estaban bien en esos tiempos.

Ella miró a Carolina y luego volvió a mirarme.

—¿Acaso ella te prohibió que me vieras? —me preguntó.

—No, no —dije divertido. Carolina se puso de pie.

—¿Puedes hacerme el favor de saludar a tu hija como corresponde? —le dijo. Gina sonrió y se acercó a ella para abrazarla y besar su rostro.

—Eres tan celosa —aseguró alejándose de ella.

—No son celos —cuestionó ella —Solo me molesta que siempre estés a favor de los demás. De cualquier extraño, menos de mí.

—Eso no es verdad —le dijo su madre mientras se sacaba el abrigo y todos tomábamos asiento. Gina miró bien la mesa y frunció el ceño — ¿Por qué hay cuatro platos? Somos solo tres personas.

—Mm, lo que pasa es que...

—Se confundieron —interrumpí a Carolina, que soltó un leve suspiro.

Dangerous Obsession [Adaptada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora