Especial: Éxtasis.

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—¡Uuw!— Soltó con un sentimiento de ternura reinando su ser mientras apretaba las mejillas y miraba los ojos de Painter.—¡Eres tan lindo! ¡Amo tus ojos!— La gente alrededor creía que volaban corazones por su entorno.— ¡Me das mucha ternura!— Mencionó con un tono lleno de emoción, sonriendo de un modo que Bloody no podía cuestionarse la situación, quería disfrutarlo al máximo.

—Jaja no puedes decir eso sonriendo así. Eres mucho más lindo y tierno que yo...— Murmuró apenado, viendo como el rostro del mayor se relajo para mostrar un gesto confuso, casi inocente.

—¿Ah? No, no, no.— Negó infantilmente. Recuperó el reluciente arco anteriormente formado, amplio, creando así sonrisas con los rabillos de sus ojos.— Tú eres tierno.— Pegó su frente a la contrario.— Lindo.— Aplastó las mejillas con suavidad, resaltando los cachetes de Otis.— Atractivo, talentoso, agradable, confiable, valioso e irremplazable.— Cada halago se decía con la total sinceridad, con todo el amor que el castaño tenía, y no cabía vergüenza en su comportamiento aunque estuviesen en público.

Helen gozaba de las suaves manos de Woods, anhelando permanecer colgado de esa mirada esmeralda por siempre. No comprendía qué pasaba, pero le encantaba. Si era un sueño, esperaba de la nada quedar en coma y soñar con situaciones similares a la actual por miles de años.

—Hoy estás muy contento.— Nombró, alejando un poco al de ojos verdes. Este junto sus manos, jugando con sus dedos.

— Perdón.— Se disculpó desviando la mirada.

—¡No, no es malo!— Tenue, deslizo sus manos por la cintura ajena, rodeándola en un abrazo.— Es más, me alegra que seas así.— Sonrió complacido por las atenciones tan expresivas.

La emoción regresó en el mayor, abalanzándose en un fuerte abrazo por el cuello al de ojos azules, apoyando su mejilla derecha en la cabeza de este mientras cerraba sus ojos para disfrutar mejor del momento.

Una vez más; volaban corazones.

—¡Homicidal! Ven, por favor.— Lo llamo Zalgo, a lo que el reclutado se separó del menor y fue directo al emisor.

—¿Qué le hicieron?— Atacó directo a Jeff y sus amigos. El único que tomo distancia del grupo fue Eyeless, declarando inocencia.

— Bu...— Tragó duro.— Bueno, últimamente él estaba empeorando y pensé: "¿Qué me hace feliz a mí en casos de emergencia?"— Jeff vacilo entre sus palabras, trabándose un poco.— Y le di éxtasis.— Expulsó antes de echar a correr, más que consciente que iban a matarlo. No sólo Helen, sino Hunter, Jane, Nina y Eyeless.

Hunter se frotó el puente de su nariz, pensando en las consecuencias en las cuales Jane no tardó en captar.

—Espera ¿Liu no tenía depresión?— Mary Vaughn miró a su mujer un tanto pensativa.

— Recién está empezando, pero cuando el efecto se acabe...— Masculló Jane.

— La caída será espantosa.— Afirmaron el resto de gente que se preocupaban por Liu.

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—¿Cómo te encuentras?— Helen repitió la pregunta, acariciando la espalda del mayor.

—Ya te dije que no tengo nauseas ni nada.— Informó otra vez.

—Sabes que no me refiero a eso.—

Liu se negaba a decirle que el bajón se sentía horrible. Es verdad, estaba acostumbrado a tener depresión, a querer morir, a intentarlo, a despreciarse, a estar agotado, a perder los intereses, a perderse a sí mismo. Pero la parte final de los efectos del éxtasis le pegó como si sus síntomas característicos de su enfermedad se multiplicaran. Se sentía abatido y temía enfrentarse al mundo, más de lo que le constaba diariamente.

—Estoy bien.— Balbuceo por lo bajo, contra la almohada.— ¿Puedes acostaste conmigo? El baño me dio frío.— Mintió.

—De acuerdo.— Helen sentía demasiada preocupación, no le importaba nada más que hacer sentir, aunque sea un poco, mejor al castaño.

Woods giro su cabeza, pues se encontraba acostado boca abajo y previamente observaba la pared. Cruzaron miradas, en silencio, ni un gesto ni nada reflejado en sus ojos. Helen se revolvió en las sábanas, familiarizado con la situación. Pero Woods se acercó con cuidado, sin querer alarmar al menor, quien correspondió el acercamiento seguro de sí. Cortó el movimiento, pero todavía tuvo esos labios deseosos contra los suyos, cortesía de Painter.

Dulce, lento, cuidadoso. Como si temiesen a devorarse.

Sentimientos bombardearon el pecho de ambos, difícil describir tan bella sensación. Los latidos se volvieron ruidosos traqueteos que acompañaron a tenues escalofríos.

¿Qué clase de emoción era esa?

Helen no lo entendía, Liu quizás sí.

Pero juntos estaban gozando de un acto inocente, porque parecían niños. No rozaban los límites más allá de movimientos complementarios. Iban con tanta suavidad, que los labios ajenos eran algodón; suaves y cómodos.

Ambos se acomodaron mejor en la cama, envolviendo al otro en sus brazos. Las manos del castaño incitaban con cariñosas caricias de sus dedos que bajaban y subían desde la coronilla hasta la nuca de la cabeza ajena, enredándose dulcemente con los cabellos sin tirar ni nada. Por su parte, Helen metió sus manos de intrusas debajo de las ropas superiores del mayor, disfrutando de la calidez de la piel mientras sus manos sólo se posaban en la espalda y pedían un acercamiento que ni él ni Liu negaban.

"¿Son idiotas o hay que describirles qué es el amor? ¿Realmente seguirán llamándole a esto amistad? "

["Pinceles rotos."] (Bloody PainterXHomicidal Liu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora