El silencio impuesto entre ambos era único e inigualable. A pesar de lo mucho que tenían que contarse, ninguno de los dos hablaba; dejaban que el reloj parloteara con su «tic, tac» hueco, mientras cruzaban miradas, uno en cada punta de la habitación...
DedicadoaAcidRain9y Natkido (porqueaunquenotelohayadicho, mehasayudadoacontinuarconestecapítulo) |Sialguienquiere una dedicaciónquemelodigaporcomentarios, lededicaréelcapítuloencantada|
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Entrecerró los ojos mientras su mano seguía moviéndose con efusividad. Arriba y abajo, arriba y abajo, siempre arriba y abajo, cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Lanzó un quejido por lo bajo mientras una gota de sudor surcaba la curvatura de su mandíbula. Su cuerpo se encogió un poco mientras su mano se agitaba. Su labio ya empezaba a doler por la fuerza con la que le castigaba sus dientes. ¿De verdad era tan difícil quitar una puñetera mancha de café de un pantalón? ¡Ya lo había intentado todo! Suspiró, rendido, y lo dejó en la cesta de la ropa sucia. -No has ganado aún, espera y verás -le advirtió a la prenda antes de alejarse. Cogió el periódico que asomaba por la rendija del buzón y fue al salón para tirarse en el sofá. Lo desdobló solo para que una noticia en primera plana le saltara a los ojos al momento:
«¡Evento del año! Boda Charlotte-Vinsmoke. No te pierdas todos los detalles de la unión nupcial entre Charlotte Katakuri y Vinsmoke Ichiji»
Obviamente, él estaba al tanto de aquella boda concertada de razones desconocidas, como también lo estaba de la disconformidad de su pelirrojo hermano hacia aquel evento que lo uniría a una de las familias tanto adineradas como sospechosas de la región. ¿Cómo lo sabía? Bueno, Reiju era una gran informadora y, como Vinsmoke Sanji ya no vivía entre las asfixiantes paredes de la cárcel que fue la mansión de su familia para él en el pasado, la de pelo rosa no dudaba mucho en mantenerlo al tanto de todos los sucesos "jugosos" -como lo denominaba ella- que pasaban. Y, al igual que le pasaba a Ichiji, el rubio también tenía desconcertantes dudas con respecto a esa boda: ¿quién había acordado la unión matrimonial? ¿Por qué? ¿Qué ganaban ambas partes, además de un lazo que unía a los familias por medio de los comprometidos? Sacudió la cabeza. Solo dos personas sabían las respuesta a esas cuestiones, pero a una la conocía solo de las imágenes que aparecían en las revistas y con la otra mantenía tal relación de odio y rechazo recíproco que antes muerto que pensar siquiera en preguntarle.
