Confieso que llevo una temporada con la imaginación más seca que un desierto.
Pero eso terminó.
Ahora se viene el capítulo que he estado esperando hacer durante tanto tiempo (aunque espero que no sea muy pronto para hacerlo, pero bueno, si lo es, pido disculpas).
Espero que disfrutéis.Dedicado a: AcidRain9
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Ichiji, sentado en el taburete de la cocina con una rebanada de pan en la boca, observó como una niña pequeña de pelo rosa y sin cejas, se balanceaba, colgada del brazo de Katakuri, mientras no cesaba de repetir:
-Venga Katakuri, por favor, por favor, por favor, por favoooor.
-Por última vez, Anana: no. Tengo trabajo que hacer, no tengo tiempo de salir a cenar con vosotras.
-Pero... -empezó la niñita, con un lindo puchero formándose poco a poco en sus labios, siendo interrumpida por su hermana mayor, Pudding:
-Bueno pues, ¿Ichiji a ti te apetece salir con nosotras a cenar? -preguntó, girandose hacia el pelirrojo, que masticaba su desayuno hasta que casi lo escupió por dicha pregunta. El Vinsmoke devolvió la mirada a la de pelo color caramelo, quien sonreía con amabilidad; justo detrás de ella, estaba Anana, aún colgada del enorme brazo de su hermano, mirándole con ojitos brillantes y esperanzados... y luego estaba Katakuri, que parecía a punto de replicar algo. "Oh, no, no vas a decidir por mí... otra vez", pensó Ichiji volviendo su atención hacia Charlotte Pudding.
-Claro, ¿por qué no? Será divertido -respondió, con una pequeña sonrisa.
Un pequeño gritito de felicidad salió de la garganta de Anana, y fue el aviso antes de que se abalanzara sobre el pelirrojo y lo abrazara con fuerza por el cuello. Ichiji respondió al gesto, justo cuando Katakuri suspiró y dijo:
-Si él va, yo también.
El pelirrojo miró al Charlotte, ignorante del nuevo chillido de felicidad de la pequeña de pelo rosa, dándose cuenta que él también lo miraba con los ojos entrecerrados. Había una clara pregunta dibujada en el brillo frío de sus ojos rojos: «¿Qué te crees que estás haciendo?».
Ichiji sonrió más ampliamente, con una mirada desafiante, respondiendo a esa pregunta sin formular: «Lo que yo quiero».Cuando los cuatro llegaron al restaurante, Ichiji fue el que retiró la silla a Anana, de forma caballerosa, para que la niña se sentara. Cuando lo hizo, soltando una suave risita, los demás se sentaron a su alrededor.
-¿Este es el restaurante de Chiffon? -preguntó Katakuri, mirando a su alrededor.
-Así es -asintió Pudding-. Nadie tenía esperanzas en ella cuando abandonó la empresa familiar, pero le va muy bien según me contó.
-Suele haber una gran diferencia entre lo que se cuenta y la verdad -contraatacó el mayor de los Charlotte, aunque, esta vez, miraba a Ichiji de reojo. No obstante, el pelirrojo jugueteaba con la pequeña de pelo rosa y no atendió a su "marido".
Pero Pudding, sí.
-Oye, Ichiji. Espero que no te moleste, pero Chiffon es un poco maniática de la limpieza, ¿podrías ir a lavar tus manos? -le pidió la chica, sonriendo de forma amable. El Vinsmoke la miró y asintió, levantándose en el acto y yendo al servicio de caballeros. Cuando los Charlotte se quedaron solos en la mesa, y viendo que Anana no les prestaba ni la más mínima atención, Pudding borró su sonrisa mientras clavaba su mirada en su hermano mayor y le hacía un gesto con la cabeza en dirección al lugar por donde el pelirrojo se había ido-. Habla con él, anda, yo distraeré a Anana.
Katakuri frunció el ceño en profundidad, devolviéndole la mirada a su trigésimo quinta hermana. ¿Desde cuándo necesitaba la ayuda de su familia para solucionar sus problemas personales? Aunque, mirándolo en retrospectiva, tratar de "solucionar" las cosas con Vinsmoke Ichiji resultaba de lo más complicado, teniendo en cuenta la actitud irascible y cabezota del pelirrojo.
Así que, sin más opciones a la vista, Charlotte Katakuri soltó un denso suspiro mientras se levantaba de su asiento.
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Don't Touch Me
FanfictieEl silencio impuesto entre ambos era único e inigualable. A pesar de lo mucho que tenían que contarse, ninguno de los dos hablaba; dejaban que el reloj parloteara con su «tic, tac» hueco, mientras cruzaban miradas, uno en cada punta de la habitación...