Eight

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Dedicado a AcidRain9 por recomendarme la canción, ayudarme en el desarrollo de este fic y estar siempre pendiente de las actualizaciones.

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"Todo hombre tiene penas secretas que el mundo desconoce y muchas veces llamamos frío a un hombre que solo está triste" —Henry Wadsworth Longfellow

El domingo llegó más rápido de lo que Sanji hubiera querido. Ni siquiera le había dado tiempo suficiente para asimilar todo lo que se le venía encima pero, ¿cómo podría ante algo así? O sea, iba a asistir a una incómoda cena, con un gilipollas que no se merecía llamarlo «padre» en compañía de un hombre, al que no podía denominar amigo -porque, vamos, sólo lo conocía de unas dos semanas -, y que iba hacerse pasar por su prometido para librarlo de un matrimonio sin amor junto a una desconocida señorita.

Sinceramente, aquella noche se le antojaba demasiado surrealista, pero era algo necesario si quería vivir tranquilo, como bien le había dicho Zoro cuando le propuso la idea al rubio.

Con este pensamiento en mente, Sanji se levantó de la cama y acompañó a Ichiji a desayunar.
-¿Y bien? ¿Qué decidiste? -preguntó Ichiji a su esposo, una vez los tres ya sentados a la mesa, mientras cogía su tostada untada de mermelada. Katakuri, por su parte, decidió masticar y tragar su trozo de donut antes de responder:
-Está bien, iré con vosotros a esa cena. No creo que a Judge le importe.
-Creo que incluso se alegrará de veros juntos esta noche -intervino Sanji, tomando un sorbo de su café helado mientras contemplaba las expresiones de ambos cónyuges: Ichiji estaba un poco tenso, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, mientras que en Katakuri reinaba la calma y el sosiego.
Realmente, a Sanji le asombraba que alguien como el Charlotte -que daba pavor solo con quedarse mirándolo durante un par de segundos - pudiera llegar a ser tan opuesto a la imagen que daba a simple vista; aunque claro, el rubio no dudaba de que, si la situación lo requería, Katakuri podría convertirse en ese monstruo despiadado que, según la gente, había ayudado en gran parte a que Whole Cake ascendiera hasta los primeros puestos en las jerarquías de las más famosas empresas.
Y es que era imposible que un hombre tan astuto y perspicaz como Katakuri se hubiera ganado un apodo como el de «Dogtooth» por ser benevolente con sus adversarios.

Para el rubio era más que obvio que Charlotte Katakuri podía ser, cuando se lo proponía, una verdadera bestia salvaje.

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Una vez que el firmamento se tiñó con los oscuros colores del anochecer, tanto los hermanos Vinsmoke como Katakuri se montaron en sus respectivos vehículos -Sanji en su Jeep y Katakuri e Ichiji en el Aston Martin del mayor - y pusieron rumbo a la mansión de Judge para la dichosa cena que tan nervioso ponía al rubio.

Y es que Sanji no sabía a qué atenerse con respecto a aquella velada, porque no sabía con qué iba a salir el marimo -teniendo en cuenta que le había dejado la planificación del "origen de su historia". ¿Había hecho mal? Sólo había una forma de averiguarlo - ni mucho menos su padre, con ese maldito interrogatorio suyo... "Dios, ¿en qué jodido lío me he metido?", se preguntó, aparcando frente a la finca familiar y bajando del coche. Miro a todas partes, buscando el automóvil del Charlotte, en el que Katakuri y su hermano mayor iban por delante suya, pero no había ni rastro. ¿Dónde se habían metido?
-Buenas noches, cejillas -esa voz... al oír esa voz, ya nada más importó para el rubio, quien se volvió rápidamente para contemplar a cierto peliverde risueño, con una sonrisa que provocaba que esos hoyuelos que enmarcaban las comisuras de sus labios, se hicieran más patentes.
-Buenas noches, marimo. Estás... impresionante -murmuró el rubio. " ¿Impresionante? ¿Qué clase de patético adjetivo es ese, Sanji?", se preguntó contemplando el traje de chaqueta negro con camisa blanca que se amoldaba al fibroso cuerpo del otro, quien, por cierto, soltó una suave carcajada ante el comentario del ojiazul.
-Yonji me avisó de que era una cena formal a pesar de ser en familia, así que me esforcé en poder traer puesto mis mejores galas -explicó Zoro, ajustándose un poco las mangas del traje-... aunque, tú tampoco estás tan mal, cocinero -añadió. El nombrado no pudo pasar por alto los depredadores ojos de Zoro, que lo contemplaron, analizando hasta el ultimo centímetro de su cuerpo, mientras hablaba, haciéndole sentir como si un par de pequeñas chispas de un fuego intenso bailaran en la boca de su estómago.
Para deshacerse de esta extraña -aunque excitante - sensación, Sanji optó por mirarse a sí mismo, para ver qué veía el marimo de distinto en su atuendo, ya que él solo llevaba uno de sus sempiternos trajes de corte elegante, junto con una camisa roja. ¿Quizás fuera que, como el peliverde, no llevaba puesta ni pajarita ni corbata?
-¿Vamos entrando? -preguntó el Vinsmoke, enfrentándose de nuevo a la chispeante mirada.
-Por supuesto. Y por cierto... en cuanto a nuestro «plan», lo tengo todo pensado. Tu padre no podrá sorprenderme -dijo Zoro. Sanji abrió la boca para comentarle algo al respecto, para avisarle de que no estuviera tan seguro porque nunca sabías por dónde te iba a salir Judge, cuando el ronroneo de un motor le hizo girarse para ver como un Aston Martin muy conocido aparcaba justo tras su coche, y observó, curioso, cómo Katakuri e Ichiji bajaban de él y se acercaban a ellos.
-Perdón por el retraso, se pinchó una de las ruedas y tuvimos que cambiarla -se excusó Ichiji, sin fijar la mirada en su hermano menor de forma directa. Lo cual le hizo sospechar.

Don't Touch MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora