Three

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Dedicado a AcidRain9

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Las campanadas sonaban ahogadas dentro de aquella lujosa habitación, aunque con la misma estridencia. Pero tampoco era que el hombre que había frente al espejo les echara mucha cuenta.
Estaba más ocupado maldiciendo e insultándose a sí mismo y a toda su familia como para atender a las estúpidas campanas.
Y es que no podía creerse que la semana hubiera pasado tan rápido, que ya estuvieran a sábado, pero, ¿acaso Shakespeare no dijo una vez que el tiempo era muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren y muy corto para los que gozan*? Él acababa de comprobarlo en sus propias carnes, pues, al contrario de sus deseos y contra su propio orgullo, el había temido que llegara ese infernal día de su unión matrimonial con el Charlotte; y cuanto más lo había temido, más rápido había terminado llegando.
Pero había algo bueno y malo a la vez en todo aquel asunto: no iba a ser una ceremonia corriente, no iba a haber anillos, ni votos ni mucho menos beso de alianza.
No.
Todo lo que Ichiji tendría que hacer era posar ante las cámaras con su "amado prometido" y meterse de nuevo en la iglesia para firmar un contrato nupcial. Esa era la parte buena.
La parte mala, y en contra de todo lo que pensaba, era que, al no haber beso, el pelirrojo no podría saciar su curiosidad de ver la parte inferior del rostro del Charlotte, para saber qué era lo que ocultaba con tanto ahínco bajo aquella espesa bufanda.
Suspiró con pesadez, mientras su hermana entraba en la habitación y se quedaba apoyada en el marco de la puerta, observándole.
-Estás maravilloso, hermanito -comentó mientras el pelirrojo se giraba hacia ella. Al oírla, Ichiji esbozó una mueca que podría pasar por una sonrisa pesarosa.
-Siempre hay que estar presentable para el día de tu muerte -comentó. Pero, realmente, Reiju tenía razón; Ichiji estaba espectacular en su traje de chaqueta blanca, de corbata del color del carmín, con pantalones y zapatos de vestir negros. Incluso se había hecho una trenza, recogida con un pequeño lazo de color blanco, en el mechón de pelo largo que le acariciaba la parte de atrás del cuello.
-Bueno, ciertamente, hoy Vinsmoke Ichiji muere, para dar paso al nacimiento de Charlotte Ichiji -respondió la de pelo rosa, haciendo cierto énfasis al decir «Charlotte», lo que solo provocó un pequeño gruñido de fastidio de parte de su hermano. Reiju volvía a tener razón, ya que, aunque no hubiera celebración, al firmar los papeles que los comprometían era él el que perdía, en parte, su apellido para adoptar el de Katakuri. "¿Eso me hace igual de sospechoso que él y toda su familia?", se preguntó frunciendo el ceño, mientras su hermana se acercaba y lo cogía del brazo, tirando de él hacia fuera del cuarto.
-Venga, venga, Ichi. No hay tiempo que perder, el fotógrafo ya llegó con todos los demás paparazzis -lo alentó, mientras salían a la parte trasera donde, efectivamente, un montón de hombres y mujeres presididos por un viejo enano, de pelo blanco y ojos saltones, los esperaban con las cámaras en ristre.
Pero Ichiji los ignoró a todos, al igual que a sus exclamaciones de asombro y satisfacción al verlo entrar en el verde y luminoso jardín de la iglesia. El pelirrojo solo tenía ojos y atención para el enorme hombre de pelo granate colocado frente a todos los fotógrafos, que le devolvía la mirada y observaba cada uno de sus movimientos con minuciosidad.
Y si Ichiji estaba espectacular, Charlotte Katakuri quitaba el aliento con tan solo posar, durante un segundo, los ojos sobre su colosal anatomía.
El mayor vestía otro traje de chaqueta, pero de color negro esta vez, de corte hecho a medida, con camisa blanca y corbata del color del hueso viejo; incluso la bufanda le sentaba de lujo vestido así.
El pelirrojo no se dio cuenta de que su hermana no estaba ya empujándolo a andar hacia delante, hasta que llegó al lado de su "prometido". Al parecer, Katakuri tenía tal poder de atraerlo y absorberlo, que Ichiji se olvidaba de lo que le rodeaba e iba hacia donde el otro quería, sin objeciones ni quejas.

Don't Touch MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora