Eleven

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Dedicado a AcidRain9

Advertencia: en el siguiente capítulo se muestran escenas de sexo no consentido (en palabras vulgares, violación). Si crees no poder soportarlo, te recomiendo que solo leas el ZoSan.
Si te ves capaz de leerlo sin problemas... ¡Adelante!

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A veces la vida separa a las personas para que puedan darse cuenta de cuánto significan el uno para el otro”.
— Paulo Coelho

·1·

–Cejillas... -la voz de Zoro salió temblorosa e irregular, mientras observaba, impotente, como Sanji daba media vuelta y salía de la habitación, con su rostro reflejando aún la perplejidad y el enojo que le había producido lo que le había contado el peliverde–. Sanji, por favor, espera -le pidió, yendo tras él, una vez estuvo vestido de nuevo–. ¡Aún no te lo he contado todo! ¡Detente, maldita sea!
–¡Qué más tienes que contarme, ¿eh?! -estalló el rubio, volviéndose, furibundo, hacia el de ojos oscuros–. ¡¿Qué te ha faltado por decirme?!
–No sé si te diste cuenta, pero he usado el pasado en todo lo que te he dicho.
–¿Por qué esperaste hasta hoy para contarme lo que te había encargado Big Mom? -preguntó Sanji, sin relajarse todavía. Toda aquella situación le parecía de lo más surrealista y agotadora. Quería entender todo aquello o, mejor aún, que el marimo le dijera que era una broma todo aquello que le había contado sobre que había sido contratado por Charlotte Linlin para mantenerlos vigilados, para que no se escaparan cuando tuviera que matarlos a él y a su familia una vez que ella tuviera el control absoluto de la parte norte de la ciudad (la zona que, supuestamente, Judge controlaba y vigilaba ante posibles atentados contra la ley).
Pero la verdad, como en aquella ocasión, era demasiado cruel y dura, y a Sanji no le quedaba más opción que enfrentarla si quería las respuestas a todas aquellas dudas que flotaban sin cesar por el interior de su cabeza, enredándose entre sí para formar una madeja de pensamientos casi ilegibles.
–Sanji... -el peliverde lo miraba fijamente mientras hablaba, soltando algún que otro suspiro casi imperceptible –... La primera vez que te vi... yo... iba a cumplir con mi encargo, porque para eso me habían pagado pero... No pude. Sencillamente no pude -Zoro se encogió de hombros tras pronunciar aquella última frase–.  Y aún no entiendo el por qué... Quizás el destino o algo aún más poderoso intentaba avisarme cada vez que te cruzabas conmigo, fuera donde fuera. A lo mejor intentaba decirme que lo que me proponía hacer estaba mal, que desistiera,... Y le hice caso, por supuesto. Le hice caso cuando me encontré contigo aquel día en el que planeamos nuestro falso compromiso para que tu te libraras de los planes de Judge... -Zoro se arriesgó al dar un paso hacia un perplejo y petrificado Sanji, que lo observaba con detenimiento y le escuchaba con atención–. Big Mom aún cree que sigo bajo su servicio, pero yo ya no quiero cumplir su encargo porque.... -en ese instante, Roronoa detuvo su perorata para coger el rostro del contrario con amabas manos, impidiendo que aquellos zafiros, de brillo puro y cristalino como el mismísimo océano, no cortaran el enlace que habían creado con sus ojos del color del chocolate negro. Quería que el rubio viera reflejado en su rostro la sinceridad cuando continuara hablando. Porque era necesario que él notara por sí mismo que iba totalmente enserio en todo lo que le estaba diciendo, y en lo que le quedaba por decir. Así que, tras acercar su rostro al del cejirrizo, continuó:–... porque, posiblemente, sea muy pronto para confesar esto... pero tengo que decírtelo porque creo que reventaré si no lo suelto de una maldita vez...
–¿A qué te refieres? -preguntó Sanji, en un suave susurro.
–Estás empezando a gustarme. Casi demasiado, teniendo en cuenta el tipo de persona que soy y a lo que me dedico -confesó el peliverde, esbozando, tras esto, una pequeña sonrisa antes de estrechar al rubio entre sus brazos y susurrar en su oído:–. Pero, ¿sabes qué? No me importa una mierda. Puede que mis manos estén manchadas de sangre y que mi alma esté podrida, pero sé que lo que siento es lo más puro que llegaré a sentir nunca por otra persona. Y esa persona eres tú, Vinsmoke Sanji. Y solamente tú.
–Zoro... yo...
–No hace falta que digas nada, no hace falta que sea ahora -susurró el aludido, separándose del ojiazul quien se lo agradeció internamente, pues de verdad que no sabía qué contestar a semejante declaración. Sus sentimientos estaban hechos un caos en ese momento–. Ahora lo más importante es ir con tu hermano y encontrar a Katakuri.
–Pero, ¿Katakuri no es peligroso?
–No. Los únicos “buenos” en esa familia son Katakuri y los más pequeños -explicó Zoro, cogiendo todo lo necesario para salir de la casa junto al rubio, quien se quedó un momento pensativo.
–Pero Ichiji me dijo que la voz de alarma la dio Pudding, y no es que ella sea la más pequeña de la familia... -reflexionó, recordando la conversación telefónica a que había mantenido con el pelirrojo hacía un rato.
Entonces, Zoro se volvió hacia él, visiblemente preocupado.
–No, Pudding también pertenece a la causa de su madre... lo que me hace pensar que la razón por la que fue ella quien avisó de la “desaparición” de su hermano solo pudo haber sido una: Big Mom quiere que Ichiji busque a Katakuri y no precisamente para que lo encuentre.

Don't Touch MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora