Piernas

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Volví a casa confundido y adolorido. Me tiré en el sillón y me tomé una de las píldoras recetadas que había pasado a comprar de camino. Sin agua costó tragarla, pero estaba tan cansado que no creía tener fuerzas siquiera para caminar hasta la heladera.

Me quedé un instante viendo el departamento revuelto. El Buitre había sido muy meticuloso en tirar cada mueble, vaciar cada recipiente, escudriñar cada rincón. A veces sin ningún sentido, como si pudiera esconder una estatua de un elefante en un cenicero.

Observé a mi alrededor intentando ponderar mis opciones y deseando que el analgésico hiciera efecto cuanto antes para que parara el latido que sentía en la nariz.  En ese momento la mosca volvió y se posó en la mesa de café que tenía enfrente, junto a mis pies que descansaban cómodamente.

- ¿Qué vas a hacer? -me dijo.

- No sé.

- Deberías buscar al elefante o a Eduardo. Que es más o menos lo mismo.

- Si. Pero no sé por dónde empezar.

- Algo que aprendí como mosca, es que a todas las cucarachas les gustan los breca. Averiguá cual era el de tu compañero.- dijo antes de salir volando y meterse en el baño.

La seguí con la vista y cuando quedó mas lejos pude ver una cajita de fósforos tirada en el suelo que llamó mi atención. Además de tener un dibujo del contorno de unas piernas en la tapa, me pareció curiosa su presencia en mi casa porque ni Eduardo ni yo fumábamos.

Me levanté con mucho esfuerzo, me aproximé y con un quejido me agaché a escudriñarla.

"PIERNAS" decía de un lado y tenía una dirección en el reverso.  "Es una pista. Mala pero una pista" me dije. 

Posiblemente todo fuera una excusa para ir por primera vez a un cabaret, pero de todas maneras decidí tomarme un colectivo e irme al centro para revisar esa dirección.

Cuando llegué me encontré una entrada con una cortina negra por puerta que tenía encima un pequeño cartel con el dibujo del contorno de las piernas pero sin la leyenda. Sin ninguna seguridad de no recibir otro golpe en la nariz me adentré en la penumbra.

El lugar tenía unas luces muy tenues rojas y azules, unas cinco mesas y un escenario vacío. En un lado había una barra atendida por un gorila. A pesar de estar desierto, la música sonaba muy fuerte. Me acerqué a la única alma que se distinguía pero rápidamente un par de piernas de un metro setenta sin cuerpo me interceptaron de camino.

- ¿Qué buscas cariño? -tenía una voz femenina pero ronca que, francamente, no sé de donde salía porque no tenía boca- ¿Querés tomar algo?¿Un baile?¿O algo más privado?

- No gracias. Estoy buscando a alguien.

- ¿Morocha?¿Rubia?¿Hombre?¿Mujer?¿Las dos cosas? Tenemos de todo.

- No me refiero a eso. Busco a un amigo que viene frecuentemente. Esperaba encontrarlo, pero parece que no está -respondí gentilmente mientras intentaba perder a mi compañía de camino hacía la puerta.

- ¿Qué pasa acá? -dijo el gorila que se había materializado detrás mio.

- Parece que el muchacho es un poco tímido -respondió el par de piernas.

- No pasa nada - acoté temeroso- Ya me iba.

- Tenes que pagar antes de irte -respondió el primate con un tono intimidante.

- ¿Por qué?¿No consumí nada?

- Por ver el show -dijo haciendo un gesto con la cabeza hacía el escenario.

Me volteé para confirmar lo que ya sabía. No había nadie sobre el escenario. Iba a protestar pero un latido en la nariz me recordó que ya había recibido más golpes de los que estaba dispuesto a recibir. Metí la mano en el bolsillo y saqué el único billete que tenía.

- Es todo lo que tengo. Te lo doy pero no por el show. Por un dato.

- ¿Qué queres saber? -me preguntó mientras me sacaba el billete de la mano con una especie de sonrisa que lo volvía más perturbador.

- Eduardo Morales. Viene seguido. ¿Lo viste los últimos días?

- ¿Así te rompiste la nariz?¿Preguntando boludeces? -me dijo señalando con el mentón hacía mi herida mientras Piernas se alejaba.

- No llegué a preguntar, me rompieron la nariz por adelantado. 

- Me caes bien. -respondió después de reírse- No veo a Eduardo desde hace una semana. Ahora andate o te rompo otra parte de la cara.

¿Dónde está la cucaracha con la que vivo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora