La mosca se fue y el tiempo retomó su curso normal. Eduardo miró el panorama y finalmente fijó la vista en la estatuilla que descansaba sobre la mesa de café.
- Veo que encontraste mi elefante -me dijo.
Su presencia era fantasmal. Como una persona a la que aún recordabas haber velado el día anterior. Miles de ideas surcaron mi mente: tomarlo de los hombros, tirarlo al medio de la sala y salir corriendo; robarme un arma y darle un tiro en la frente; darle un cachetazo estilo telenovela. Todo era posible pero no llegué a hacer nada. Me quedé paralizado.
- ¿Dónde estabas? -preguntó Ivan confundido.
- Agarralo, que no se vuelva a ir -le dijo el Búfalo a su compinche.
El inspector Lagartija se quedó callado y se apuró a esconder el elefante mientras nadie miraba.
- Puedo explicarles todo -dijo la cucaracha extendiendo las patas libres.
Tal vez recuerden que el Buitre había desordenado todo y no tuve tiempo ni ganas de ordenar. Y seguro recordarán (porque se los dije hace un momento) que a la Gacela se le cayó el cigarrillo que estaba fumando. Hagan cuentas.
El incendio comenzó con unos papeles que habían justo bajo sus pies. Cuando intentó apagarlo lo único que logró fue esparcir pedazos de papel en llamas por toda la casa que fueron mezclándose con más papel, la tela del sillón, cortinas. En cuestión de segundos un humo negro comenzó a poblar el cuarto. El instinto de supervivencia prevaleció sobre todo interés, y los seis salimos corriendo como en una estampida escaleras abajo.
Cuando pateamos la puerta de entrada y saltamos hacía la calle nos encontramos con, lo que parecía, media comisaria esperándonos.
-¡Policía!¡Tiren las armas! -gritó una voz entre las sombras que desfilaban detrás de linternas y faros de autos.
Nadie intentó hacerse el pistolero. Todos levantaron las patas y arrojaron las armas al suelo. El inspector Lagartija intentó sacar su placa mientras aseguraba con mucha tranquilidad que era un policía encubierto. No tuvieron un trato preferencial, lo esposaron como a todos nosotros.
Mientras una sirena de bomberos sonaba en algún lugar, miré desde la ventanilla del patrullero como flameaban las llamas por la ventana de mi casa.
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¿Dónde está la cucaracha con la que vivo?
ActionEl problema de Gustavo no es que no diferencie la fantasía de la realidad, es que ya no le importa, y su condición será un verdadero problema cuando su compañero de cuarto desaparece.