- ¿De verdad pensó que el médico no iba a llamar a la policía cuando viniera un paciente con la nariz golpeada? -dijo el inspector con un tono de reprimenda que se me hacía gracioso con el ceceo de su lengua que se asomaba cada vez que pronunciaba una vocal.- Y para peor con uno que da una explicación tan pedorra como la que dio usted.
- Es que realmente me golpeé con la puerta -intenté defenderme sabiendo que tenía la pelea perdida.
- El oficial es el agente asignado a la institución y le llamó la atención su nombre. Tal vez no lo sepa pero usted es una persona de interés.
- ¿A qué se refiere? Yo no soy nada interesante.
- Significa que hizo algo o está asociado con alguien que nos interesa apresar. -explicó en cámara lenta como si hablara con una persona que no habla su idioma.
- Yo no hice nada y no conozco a nadie.
- Vamos a lo concreto porque el tiempo no me sobra. -dijo con una rabia incipiente- Usted vive con Eduardo Morales, un conocido traficante, y fue visitado el día de hoy por el señor Bustamante, un conocido mafioso. Creo que conoce a mucha gente interesante.
- Nunca supe lo que hacía mi compañero de cuarto. No me meto en sus cosas. Y el búfalo vino a buscarlo, le dije que no estaba y se fue.
El inspector contuvo una risotada que, para una criatura sin labios, se veía como una tos a boca cerrada.
- "El búfalo" es una buena analogía. Mire, lo quiera o no esta metido en algo complicado. Algo que va mas allá de lo que puede manejar. Y usted va a ayudarme a hacer caer al "Búfalo" Bustamente de una vez por todas. Voy a dejarle mi tarjeta y, si los analgésicos le refrescan la memoria, me llama. ¿Estamos?
- Sí señor -respondí intentando parecer obediente mientras tomaba la tarjeta que me extendía, aunque llamarlo no me parecía una opción.
El inspector asintió y le hizo una seña a su compañero para salir del consultorio. Me quedé esperando un instante para asegurarme que no estaban cerca y los seguí.
Oteé hacía todos lados mientras me apuraba a la puerta de salida con una paranoia muy bien fundada y, una vez afuera, di un resoplido de alivio.
Miré el cielo, que estaba tan amarillo como siempre, y retomé la caminata hacía mi casa. No había hecho una cuadra cuando una mano me tironeó de la remera y me empujó hacía la entrada de un garaje.
Era el inspector Lagartija. Parecía bastante más violento que hacía un momento.
- Escuchame pelotudo -me dijo con innecesaria rudeza- Todo eso fue un acting para el otro oficial y para el doctor. Me chupa un huevo Bustamante. Yo quiero el elefante. Así que cuando lo consigas me llamas o sos boleta. ¿Estamos?
"Puto elefante" pensé pero no dije nada y asentí complaciente hasta que me soltó y me dejó solo.
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¿Dónde está la cucaracha con la que vivo?
AcciónEl problema de Gustavo no es que no diferencie la fantasía de la realidad, es que ya no le importa, y su condición será un verdadero problema cuando su compañero de cuarto desaparece.