XI

3.3K 178 15
                                    


A la mañana siguiente, Criss se removió en la cama cuando algunos leves rayos de sol traspasaron la tela de la cortina, posándose en su rostro. Gruñó y puso un brazo sobre sus ojos. Se había quedado dormida. Dios. Se sentía tan estúpida en aquel momento, ¿que habría pensado Shawn sobre ella? 

Sentía que todo su cuerpo estaba tenso y dolorido, como si hubiese corrido tres maratones. Levantó la sábana que cubría su cuerpo y vio que seguía desnuda. Sonrió al recordar la noche pasada, las nuevas sensaciones que Shawn le había ayudado a descubrir y algunas cosas nuevas sobre él, como su lado tierno. Había jurado que ese lado lo había perdido por completo años atrás, pero la noche anterior demostró que aún seguía ahí, no se mostraba mucho, pero sabía que lo tenía.

Se estiró, aún recostada en la cama y se dio cuenta de que estaba sola. Sólo había un espacio, frío y solo a su lado. Pero claro, no podía esperar que él despertara a su lado y la saludara con un beso y un "buenos días, preciosa" como solía leer en sus novelas románticas cuando se trataba de sólo sexo.

Se levantó y caminó hasta el baño para ducharse. Jadeó al verse en el espejo, su cabello estaba alborotado, sus labios seguían hinchados y sus ojos tenían un leve brillo. Podía hasta decir que aunque tenía un aspecto no muy agradable, se veía reluciente. Se sentía en parte feliz y complacida, y por otra, avergonzada y extraña. Se duchó y se vistió para salir de su habitación. 

Cuando pasó por la biblioteca, unas vívidas imágenes pasaron por su cabeza recordando cómo la había besado y desnudado ahí. Sintió estremecerse hasta que vio su ropa cerca del piano. Sus bragas estaban sobre el teclado al igual que su camisa. Sus mejillas se enrojecieron y se adelantó a recogerlas.

¿Cómo pudo olvidarse de ese detalle? Cualquiera podía haber visto su ropa. Una vez que recogió todo salió de la habitación chocando contra alguien y haciendo que se cayera todo lo que tenía ella en brazos. Levantó la vista y vio al hombre que la había recibido el día que llegó, esta vez llevaba vaqueros negros y una camisa a cuadros, su cabello estaba desarreglado y pudo observar que era apuesto. Él miró las prendas en el suelo y se agachó para recogerlas. Criss se apresuró y puso todo en sus brazos. El joven la miró ceñudo.

--Yo... necesito lavar esto –señaló la ropa. El joven siguió mirándola dudoso.

--Si está buscando la lavandería, está por este lado, la cuarta puerta.

Ella frunció el ceño y él la miró extrañado.

--Tienes que subir las escaleras y verás una puerta blanca. También puedes dejarlo en la cesta de ropa que hay en tu cuarto, como quieras –se encogió de hombros y se fue.

Criss sintió su estómago gruñir y decidió pasarse rápido por la cocina. Le agradaba ver a Diana, aquella mujer debía tener al menos unos sesenta años y tenía el espíritu de una mujer de treinta. Era tan feliz y siempre estaba sonriendo, le hacía recordar a su madre, su corazón se encogió al recordarla. Sus ojos marrones seguían grabados en su cara y aquella sonrisa tan hermosa que le hacía abrazarla y saber que con ella todo estaría bien. El simple recuerdo de su madre era lo único bueno de su juventud. Cuando ella murió, su padre pasó a ser más frío de lo que era, había hecho la vida de Criss un infierno. Recordó que pasó más tiempo en un internado que en su propia casa.
Alejó todos aquellos recuerdos y saludó a Diana.

--Buenos días.

--Buenos días, niña –respondió sonriente–. Estás reluciente --comentó.

 Y así se sentía, había algo en ella que había cambiado.

--Gracias –sonrió --. ¿Hay algo para comer? Muero de hambre

--Puedo hacerte tostadas francesas con tocinetas.

Un mes de placer - Shawn Mendes (ADAPTACIÓN) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora