II

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—Mamá— salió de sus rellenos labios como un pequeño y penoso murmullo, mientras que el dorso de su mano se apoyaba en la frente de la mujer, sintiendo como sus rojizos nudillos rozaban el perlado sudor que la adornaba—. Esta volando de fiebre— se dirigió a su hermano con total preocupación.

TaeHyung suspiró abatido y se sentó en la silla que habían dejado a un lado de la cama, paseando sus largos dedos por los enredados cabellos castaños de su madre, e incluso visualizando una que otra cana por allí, dejando presente que el tiempo no se detenía por nadie.

—Mamá, escuchamos por la radio que hay un refugio en Jung-gu, donde te pueden sanar— le contó brevemente, observando como la mujer ni siquiera era capaz de dirigirle la mirada, manteniendo los ojos clavados en la blancura del techo—, pero no sabemos que hacer, madre, no sabemos cómo llevarte ahí, y papá no cumplió su promesa de regresar a buscarnos— se le escaparon las palabras en un sollozo ahogado por la manga de su abrigo, sorbiendo la nariz y fregandose los ojos con el antebrazo para evitar que los lágrimas aparecieran, porque él no quería ser alguien débil.

—Hijos. . .no se estanquen por mamá, por favor, yo. . .yo ya no tengo mucho tiempo aquí, vayan ustedes, busquen a alguien que los ayude, es lo único que pido antes de irme, que mis dos bebés estén a salvo— habló en un fino hilo de voz la señora Kim, sintiendo como su garganta raspaba en una sensación ardiente, todo dentro suyo se quemaba poco a poco, destruyendose lentamente.

—No digas esas cosas, te vas a mejorar— aseguró BaekHyun, aunque a eso ya lo dudaba, pues el resultado indicaba todo lo contrario cuando los medicamentos dejaron de funcionar y el malestar de la mujer empeoró considerablemente, parecía que ya no tenían nada que sirviera para aliviar su dolor— Tae. . .— elevó su vista con las cejas fruncidas, viendo cómo su gemelo alzaba una ceja expectante y se volvía a pasar la tela de su campera por los ojos llorosos—, salimos mañana a buscar ayuda para mamá.

El castaño se vió algo titubeante con respecto a su orden, más no tardó en asentir con la cabeza, mordiendo de manera leve y dubitativa su labio inferior.

—Está bien, será mañana. . . temprano.

—No hijos, no pierdan su tiempo conmigo— suplicó su madre al verlos tan seguros con lo que tenían pensado hacer.

Pero los tercos gemelos Kim ya no la escuchaban.

Pero los tercos gemelos Kim ya no la escuchaban

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El descontrol parecía reinar en todas partes. Él siempre había creído que cuando una multitud de personas asustadas se reunía en un mismo sitio, solo daba para caos, y lógicamente era así. La gente no se detenía a razonar siquiera un poco, parecían no comprender que si creaban tanto alboroto solo causarían más problemas, ¿Tan complicado era guardar un poco de silencio y hacer una fila normal?, La respuesta era si.
Ahora le costaba a montones poder encontrarlo entre todo ese barullo, y el hecho de que el cielo se encontraba totalmente oscurecido no le ayudaba en nada, porque las luces blancas de los reflectores más que aclararlo parecían cegarlo.

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora