III

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—Imbecil. . .despierta.

Sintió sus párpados pesar aún más cuando su cerebro despertó de repente, tomando consciencia gracias a la mano que removia su hombro sin delicadeza alguna. Abrió la boca para soltar un bostezo y cuando acabó de desperezarse clavó sus oscuros ojos en el rostro de su hermano, distrayendose con sus oscuras cejas fruncidas antes de que BaekHyun le diera un pellizco en el brazo para hacerlo reaccionar.

—Seis y media, apúrate.

TaeHyung bufó con vagancia mientras se acomodaba sentado en el borde de su cama, observando la ropa que al parecer, su gemelo le había dejado preparada para que no se clavara una hora en su armario buscando algo que tardaría en aparecer, porque TaeHyung solía ser bastante distraído y dejaba las cosas por cualquier lado. Se vistió apenas levantando el trasero del colchón y arrastró sus zapatillas rojas por el piso hasta que llegaran a sus pies para ponérselas, ignorando las impacientes vueltas que daba BaekHyun por la habitación.

—No hay luz— musculló el pelirrojo mientras se subía el cierre de la campera—. Se cortó hace unas horas, todo va para la mier-

—Ya estoy. . .

BaekHyun alzó una ceja viéndolo de arriba a abajo. Ignoraria esas apariencias desordenadas que llevaba TaeHyung porque no había tiempo ni espacio como para preocuparse por estupideces. Así que se dirigió hacia la ventana y la abrió para asomar la cabeza, sintiendo como el viento fresco de la mañana golpeaba su piel.

—Iremos a la casa de los Park, pero antes haremos un pequeño cruce por la casa del señor Wang— explicó cuando notó la expresión confundida de su gemelo, apoyando una pierna en el marco de la ventana para posarse ahí—. Si no logramos encontrar a alguien que nos lleve al refugio el día de hoy. . .por lo menos podríamos asegurarnos un par de medicamentos más para mamá, aquí ya se están agotando.

—¿Y si los Park no están?— indagó TaeHyung deteniendo la acción de su hermano, Baek ya estaba por saltar hacia el árbol que toda la vida había conectado la ventana de su habitación con uno de los cuartos del hogar de su vecino.

—El día en el que todo empezó, unas horas después de que llegáramos a casa, me comunique con JiMin, dijo que se mantendrían ahí porque estaban esperando a alguien, será cuestión de suerte si aún no se han ido— se encogió de hombros el pelirrojo, y luego su figura se perdió cuando atravesó la ventana.

TaeHyung fue detrás suyo con rapidez, saltando hacia una de las gruesas ramas del árbol, procurando no hacer mucho ruido con el chocar de las hojas porque abajo se encontraban varios infectados deambulando y no tenía muchas ganas de soportar sus molestos gruñidos, peor aún si empezaban a perseguirlos.

Tal vez le estaba costando un poco mantener el equilibrio para cruzar. En su defensa diría que habían corrida largos años desde que no pasaba por ahí hacia la casa de su vecino, de hecho, lo hacían ambos a menudo cuando eran niños y sus padres los castigaban por un mal comportamiento, negandoles la salida de su habitación. Por eso mismo, para matar el aburrimiento, se escapaban a lo del señor Wang, donde el amable anciano les preparaba una merienda y luego les enseñaba a jugar varios juegos de mesa.

TaeHyung acabó siendo el rey del ajedrez y BaekHyun el de los dados.

Y del señor Wang no había tenido noticias desde el inicio de la infección.

El gemelo de cabellos rojizos como el fuego abrió la ventana e ingresó al cuarto de huéspedes. Estaba igual a como lo recordaba. Pronto TaeHyung estuvo a su lado. El castaño se quitó de la ropa algunas hojas que se le habían colgado y luego observó a su hermano esperando a que diera alguna orden, pero al notar que éste simplemente estaba parado en el medio de la habitación sin hacer nada decidió vaguear un poco por el lugar, dando pesados pasos y mirando de arriba a abajo los muebles decorados por el polvo.

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora