XVI

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YoonGi no podía creerlo.

Había recorrido toda la zona sin importarle en lo más mínimo llamar la atención de los infectados, buscando a su compañero, a su mejor amigo. Su mente había tomado la maldad de formar las peores escenas y posibilidades, en las cuales JongIn es arrastrado por los muertos, devorado, teniendo una muerte tan dolorosa como ser consumido por las llamas del fuego, como un cigarrillo.

Pues YoonGi había presenciado la muerte de muchas personas a manos de los infectados, y esa era la sensación que le daba al verlo, que cada pedazo de carne arrancado debía arder como los mil demonios, como quemarse la piel con fuego.

Y simplemente Kim JongIn había desaparecido del mapa, sin dejar rastro alguno, sin ninguna pista, como si nunca hubiera estado ahí, con ellos.

JungKook se mantenía a su lado, el niño prácticamente había perdido a su padre hace apenas unas horas y aún así estaba más preocupado por su salud mental que por la suya propia, porque era así, YoonGi estaba por perder la cabeza. No podían arrebatarle a JongIn así porque sí sin tener lucha previa de su parte, pues Suga daría la vida por él si así fuera necesario, en cada maldita vida que les tocara vivir juntos lo haría. Joder, había crecido con ese chico, lo cuidaba en la escuela primaria cuando Kai iba a tres grados menos que él, y cuando empezó la secundaria lo iba a buscar rápidamente para acompañarlo a su casa, JongIn era como el hermano menor que nunca tuvo, no, no podían quitárselo así en un solo suspiro, como si nada.

—Él seguramente está bien, YoonGi, tal vez tuvo que escapar de los infectados, volverá— intentaba consolarlo JiMin, pues el niño se habia pegado a él desde que lo rescató, y a Suga no le molestaba en lo absoluto.

—Sé que está bien, JongIn no es alguien fácil de demoler, él. . . él es fuerte— musitó cabizbajo, manteniéndose firmemente apoyado en la puerta de uno de los autos, aunque su aura imponente parecía estar pérdida por allí.

La noche habia caído tristemente, sin ninguna estrella que brillara en el cielo gris, y la luna había sido robada. YoonGi estaba afuera, esperando el regreso de su compañero, mientras que los demás se habían metido en uno de los edificios, resguardandose de los peligros de la oscura noche y la posible tormenta que se avecinaba. Hacia un rato se había ido JungKook y en cambio apareció JiMin para acompañarlo, caminando medio cojo pues se notaba bastante que su pie dolía, y no había mucho que pudieran hacer por él. El rubio se había sentado en el capó del coche manteniéndose cerca y alerta a sus alrededores, sin hacerle caso a su orden de hacerlo volver al edificio ya que "con tu pie así es un peligro para ti mismo".

—¿Y si JongIn no aparece?, ¿qué haré si él no regresa?— se lamentaba el de cabellos mentas, jugueteando con la navaja, pasandola entre sus largos dedos.

—Conozco ese sentimiento, ese pesimismo de pensar que una persona no va a volver— murmuró JiMin tragando saliva pesadamente—. Mí padre, él había salido a trabajar el día en el cual inició la infección y nunca volvió a casa, aún así mantengo la esperanza de volver a encontrarlo, pienso que mí padre quizás anda por aquí afuera, buscándonos a mí madre y a mí, pero no puedo evitar pensar en que jamás lo volveré a ver— se desahogó el rubio, mordiendo su labio inferior al no recibir una respuesta por parte del mayor—. Aunque siempre habrá alguien a quien puedas aferrarte, yo tengo a mí primo ChanYeol y a los gemelos Kim, con mí madre no puedo contar mucho.

—Hm, lo sé, eso ya lo ví— gruñó Suga al revivir el recuerdo de cuando esa mujer dejó a su propio hijo tirado en la calle cuando se acercaba una horda de infectados, y aún así después se atrevió a hablarle como si nada.

—No me enfado con ella porque tengo bien presente que le tiene mucho miedo a la muerte, aunque sé que eso no justifica su manera de actuar a veces, no es la primera vez que le da la espalda a alguien que necesita ayuda, y cuando lo hace se olvida incluso de la relación que tiene con esas personas, no le importa nada, solo se preocupa por ella misma, me da asco— sonrió un poco el muchacho, dejando ver esos ojos de medialuna, la cual seguramente él había sido quien se la arrebato al vacío cielo, o así lo pensó YoonGi—. Pero es mí mamá. . .

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora