INFECTED

VIII

—Gracias por acompañarnos— le dijo TaeHyung a ChanYeol, con su habitual sonrisa cuadrada.

Estaban a solo unas cuadras de la casa de los gemelos, y ellos solo podían rezar porque su madre se encontrara bien.

—Oh, no hay nada que agradecer— sonrió amable el chico alto, bajando la vista para ver a ambos gemelos

—Es lindo encontrar más gente, hemos pasado estos días nosotros dos solos con nuestra mamá enferma, ella realmente está muy débil— comentó BaekHyun, antes de girar su cabeza rápidamente hacia donde escucho un ruido— solo es una ardilla— susurró.

—¿Donde estabas tú cuando empezó todo?— preguntó el castaño, alzando su vista para observar bien el rostro del de cabellos oscuros.

—Hmm— ChanYeol pareció pensarlo, y tras cambiar su expresión dubitativa respondió— Cuando la infección inició y el caos se desató en Seúl yo estaba en un avión, venía desde el extranjero luego de varios años. Claramente tuve una gran bienvenida— soltó lo último con sarcasmo—. Recuerdo muy bien que el avión aterrizó y en la terminal no había nadie, parecía estar vacía, fue casi como saltar de un mundo a otro.

—¿Y cómo llegaste hasta aquí?— indagó esta vez el pelirrojo.

—Pues. . .las cosas ya se venían viendo raras, más que nada porque los pasajeros pudimos oír la discucion del piloto con otra persona por la radio, sobre algo de que no podía aterrizar por tal y tal, me comunique con la tía y ella dijo que me esperaría en casa, eso fue unas horas antes de que iniciará la infección, al día siguiente yo llegue a Seúl. Las personas que iban conmigo en el vuelo murieron en la terminal, cuando una gran horda de infectados salió de la nada. Yo logré escapar y sin entender nada me monte a un auto cualquiera y conduci hasta la casa de la tía, donde ya me estaban esperando.

—Oh, era a ti a quien estaban esperando— murmuró Baekhyun.

—Si, supongo que sí— contestó ChanYeol— ¿Y ustedes?, ¿Donde estaban?

—Nosotros estábamos en el hospital de Jung-gu, habíamos ido a visitar a un amigo junto a JiMin— contó TaeHyung.

—Oh, si, algo me comentó, muy poco realmente.

—Los militares entraron de repente a la habitación y prácticamente nos echaron, oímos algo de que iban a evacuar a los pacientes y que si era necesario, iban a mandar a cuarentena a otros. Pero a medida que nos empujaban fuera del hospital vimos cosas horribles, y afuera fue peor— relató Baek—. Jimin nos trajo hasta acá, porque a diferencia de nosotros, él tenia el auto de la tía y si sabe manejar.

—Ya llegamos— musitó TaeHyung, mirando para todos lados antes de abrir la puerta con una llave.

—Mamá~— llamó el de cabellos rojizos, más solo se oyeron unos golpes insistentes en la planta de arriba. Los gemelos se miraron preocupados, y con desesperación empezaron a correr hacia el segundo piso, subiendo las escaleras rápidamente.
ChanYeol buscó con la mirada algo que le sirviera para defenderse, encontradose de paso con la puerta de vidrio que daba al patio, estaba rota.

—¡Mamá!— exclamó el castaño al terminar de subir las interminables escaleras, con su hermano siguiéndolo de atrás. Caminaron por los largos pasillos de su casa, y siguieron de largo su habitación para doblar hasta el otro pasillo, donde se encontraba el cuarto de su madre. Los golpes ya no se escuchaban, más algo -o más bien alguien- los detuvo.

Había un maldito infectado en la casa.

La expresión de JungKook no cambio, su ceño estaba considerablemente fruncido, mientras observaba el lugar en donde había visto a aquella figura. Se sentó de repente, provocando un pequeño sobresalto en su padre, quien lo miró expectante, y JungKook realmente pensó en decírselo, pero no quería preocuparlo con algo que creía, había inventado su imaginación.

—¿Qué pasa hijo?— pregunto el hombre, apoyando su mano en el hombro del adolescente, quien sólo tenía su vista clavada en algo no especificó.

—Na. . .nada, no es nada papá— respondió, y miró a su padre—. Solo estaba pensando.

—Oh, está bien— murmuró el adulto.

JungKook suspiró volviendo a recostarse en la fría superficie del camión. Cerró los ojos, intentando ignorar los gruñidos de los infectados y básicamente todo a su alrededor, inclusive sus pensamientos, simplemente por querer desconectarse de todo por un rato. Pero sin poder evitarlo volvió a pensar en la figura que vió asomada por el borde de aquel edificio; no creía que pudiera ser una persona, después de todo, la mayoría de la gente que se adentraba al centro terminaba muerta, y lo había visto con sus propios ojos al presenciar el resultado de la infección contra las fuerzas militares. Un gran interrogante se posó en su cabeza, quería saber cómo había iniciado el virus, si alguien había sido el causante saber quién fue, cuál era la cura -si esta existía-, quería llegar hasta lo más profundo del caso y desentrañar absolutamente todo, empezando desde el inicio, hasta el conflicto y de ahí al desenlace, porque no podía creer que en cuatro días todo siguiera empeorando, no podía creer que las fuerzas militares estuvieran perdiendo contra los que parecían ser unos simples cuerpos muertos, no entendían el porque y quería entenderlo. El gobierno parecía no actuar, o por lo menos no estaba tomando las decisiones correctas, las medidas que hacían no parecían ser suficientes, y se preguntó si todo esto realmente tenía solución alguna, o una forma de evitarlo lo más posible para que la gente logrará sobrevivir. Abrió sus ojos de nuevo, encontrándose con el gran cielo y sus blancas nubes, y por un momento, casi se de olvida todo.

—¡Oigan!— escuchó, más no quiso prestar atención, pensando que su mente le estaba haciendo otra mala jugada—. Ustedes, sip, ustedes, los imbéciles del camión— se volvió a sentar de repente, mirando para todos lados, incluso su padre lo hacía—. Aquí idiotas— oyó otra voz. Su vista se paseó por el largo del edificio rojo hasta llegar a la azotea, donde se veían a dos hombres asomados por la valla— ¿Está genial la fiesta de muertos ahí abajo?

¿Que demonios?