XI

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La oscura y silenciosa noche había caído en la gran ciudad. Veía pasar a los muertos entre los espacios de las maderas, desde la ventana. A simple vista, tal vez, parecían un montón de personas ebrias deambulando por las arruinadas calles como si nada, y oh como le gustaría que fuera así, pero la realidad que le había tocado era otra. YoonGi estaba sentado en el mismo sillón que había ocupado él hace unas horas, solo dedicándose a observarlo como si fuera la cosa más interesante del mundo, o quizás era lo único que tenía para hacer. Casi no había soltado palabra alguna desde la confesión que le habían soltado esos dos individuos hasta hace unas horas, cinco horas fácil, no se sentía de humor, no quería saber nada de nadie, tal vez, solo tal vez, preferiría salir de ese edificio y dejar que se lo comieran los infectados, o matar a todos los que pueda antes de que lo maten a él. Sentía que había perdido todo, se sentía destruido, la infecciones le estado quitando a alguien de lo más preciado, lo había derrotado.

Habían mordido a su padre.

Lo confirmó totalmente cuando Jong In bajó las escaleras apresurado y no supo cómo mirarlo a la cara, y YoonGi tampoco, porque lo sabía. Pero tras unos largos segundos en el cual solo se habian dedicado a mirarse entre los tres, lo soltó.

Lo siento, JungKook— ah, recuerda esas palabras tan bien—. Mordieron a tu padre en la pierna.

No sé enteró cuando pasó, después de todo, cuando vió a su padre en la azotea al terminar de subir esas escaleras lo había sentido como siempre, tal vez más callado como para pretender ser el hombre más seguro del planeta, pero era él, no un infectado, era su padre. Sospecha que uno de los muertos lo mordió cuando su pierna resbaló, o quizás fue cuando saltó del camión, quien sabe, pero su papá no quiere hablar de eso, su papá directamente no habla. Y a él lo carcome el tiempo, lo llena de nervios, porque a cada maldito segundo que pasa siente que lo pierde un poco más. Su padre ya no habla, tampoco quiere comer, solo está postrado en la cama, mirando a la nada, viendo cómo el tiempo corre y su vida se acorta.

—Subire a verlo— soltó en voz baja, volteandose de la ventana y dirigiéndose a las elegantes escaleras de caracol. Era la primera vez en todo ese rato que se atrevía a mostrar su cara frente a él, porque le daba miedo ver la imagen con la cual se iba a encontrar, pero sabía que la arena en el reloj seguía bajando, y quería estar junto a él en sus últimos momentos a pesar del dolor que le provocaba.

—Habitación 15— murmuró Jong In. Asintió y subió escalón tras escalón de manera lenta, como si sus pies sabrosearan las barnizadas maderas de las escaleras, o era él, que se sentía más pesado.

Desde el día de la mordida el infectado solo dura uno o dos días con vida hasta convertirse totalmente— le había explicado YoonGi, en un camuflado intento de decirle que no tenía mucho tiempo.

—Papá— susurró, abriendo la puerta, sosteniendo su costado duramente entre sus dedos. Su padre se encontraba allí, acostado en la oscuridad, sin siquiera mirarlo. Cerró la puerta detrás suyo, viendo cómo la habitación solo era iluminada por la tenue luz de la luna que se filtraba entre las cortinas de la ventana. Y todo quedó en silencio.

—Perdón por no habértelo dicho— soltó el hombre en un hilo de voz—, apenas sucedió.

—No te lamentes, padre, no por eso— pidió agachándose a un lado de la cama, sosteniendo su mano con fuerza.

—Yo. . .si hubiera sido más rápido quizás podría seguir más tiempo contigo— musitó, entrelazando sus dedos con los de su hijo—, pero no sirvo para nada, JungKook, fracase, te falle.

—No papá, tu siempre fuiste el mejor y lo seguirás siendo— aseguró, más su voz salió temblorosa—. No me fallaste, siempre estuviste conmigo papá, y sé que siempre los estarás.

—Hijo. . .sabes que te estaré mirando desde una estrella, junto a tu madre— el de cabellos oscuros no lo pudo evitar, sus ojos se volvieron como el mar, dejando caer gota tras gota—. Solo. . .no me dejes atrapado en un cuerpo muerto, quiero ser libre apenas suceda, apenas deje de ser yo.

—Y así será, papá, lo prometo, serás libre— afirmó, viendo cómo unas venas se marcaban con levedad en la sien de su padre.

—Me siento tan mal— susurró—. Siento como si algo me estuviera comiendo por dentro, arde tanto, odio esto, quiero que termine.

JungKook sollozó apoyando su frente en el colchón, apretando fuertemente sus dedos con los de su padre, como el primer día en el que su progenitor lo llevó a la escuela, de la mano. La sábana del colchón se empezó a mojar cada vez más, y los chillidos lastimeros del joven no se hicieron esperar, se sentía para la mierda, y se empezaba a culpar, creyendo que tuvo que haber dejado que su padre subiera primero las escaleras, o simplemente haber estado más atento y a la defensiva.

—Hijo, no llores por tu padre— dijo mientras acariciaba sus cabellos negruzcos como la noche—. Me haces sentir peor, no debes llorar por una persona tan fea como lo soy yo.

—N-no digas eso papá— suplicó, hundiendo su rostro en el brazo de su padre, quien rodeó su cabeza con este, siguiendo con las caricias en su cabello—, eres la mejor persona del mundo.

—JungKook, mí hijo, mí pequeño bebé. . .te he mentido tanto.

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora