XXVI

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La sangre se le había helado.

Fue cuando oyó todos esos gritos cargados de dolor traspasando las paredes, llamando con desesperanza el nombre de alguien que sabía que no volvería a ver. Si, fue ese preciso instante, en el que el mundo entero pareció detenerse frente a sus ojos.

Los disparos no tardaron en oírse. Su cuerpo reaccionó instintivamente, obligándolo a alejarse de la puerta, tal como le había ordenado KyungSoo. Ya no quería ver lo que sucedía ahí afuera, a pesar de que sabía. Entendía lo que probablemente había pasado con aquel muchacho que se había atrevido a escapar, persiguiendo a su compañero. Su boca se había secado, casi confirmando sus oscuras conclusiones; Muerto, estaba muerto. Tomando una gran bocanada de aire observó con parte de sus extremidades petrificadas al asustado chico que tenía a su lado. Como su cuerpo tembloroso se encogía en la esquina de la habitación, deslizándose hasta quedar sentado en el suelo, con el rostro escondido entre sus delgadas piernas.

Individuo número ciento noventa y cinco; Oh SeHun, por favor, regrese a su celda o el e. . .

La voz robótica se detuvo en medio de sus palabras, alargándose lentamente en esa primera sílaba hasta apagarse por completo. Pronto, todo quedó en absoluto silencio para ellos. Kai respiró hondo. Sintiendo como su corazón, hecho un lío de palpitaciones, pretendía escapar de su pecho.

—¿Niño?— musitó preocupado el militar, cuando sus oídos habían logrado percibir los suaves sollozos que el de cabellos oscuros como la noche dejaba escapar. Se agachó a su lado sin saber que hacer. También se sentía aturdido. El ruido había sido demasiado escándalo. Aquellos gritos, los disparos, la voz robótica, todo se había vuelto un desastre en cuestión de segundos.

—Lo mataron— suspiró KyungSoo, dejando ver sus enormes y llorosos ojos. JongIn comprendió al verlo de cerca, al oír su voz inestable cargada de sentimientos que parecían haber sido reprimidos durante un buen tiempo. Y era así, el chico tenía muchísimo miedo. Incluso podría jurar que él mismo lo había sentido por unos instantes, bombardeando ferozmente en contra de su voluntad.

Kai detestó con toda su alma el no poder controlar sus emociones en ese momento.

Soltó el aire. Sentándose a su lado, sin saber que decir. No sería capaz de mentirle, no podía decirle con seguridad que aquel muchacho seguía con vida. De todas formas, KyungSoo tampoco le creería; no era tonto. Él llevaba ahí ya casi una semana, había visto más de lo que vió él mismo, sabía con más exactitud lo que pasaba ahí dentro. Mientras que él, solo tenía allí unas cuantas horas, las suficientes como para saber que la situación estaba muy complicada.
Muchos motivos le jugaban en contra, se veía a sí mismo intentando no angustiarse y por lo menos ser útil en ese momento, porque desde que tiene memoria, sabe que no soporta ver a la gente llorar, y KyungSoo estaba llorando, pero él sentía que no podía hacer nada para ayudarlo.

—Estoy solo, ahora estoy completamente solo— lo escuchó murmurar con temor, mientras que su mente máquinaba y máquinaba, intentando idear una manera que hiciera detener ese lamentable llanto—. Quiero salir de aquí, ya no lo soporto más, este maldito cubo acabará por volverme loco.

JongIn pestañeó pensativo, sintiéndose repentinamente iluminado.

KyungSoo expresó su deseo de querer abandonar ese lugar, luego de haber estado molestandolo durante horas porque él sentía lo mismo. Después de todo, el chico no estaba totalmente resignado ante el que podría ser su fin. Quería irse. Quería irse y JongIn no podía sentirse tan bien al saber que el muchacho no era de piedra, por más que intentara simularlo. Era joven y eso lo hizo sentir pena. Recordó a JungKook, aferrándose a su padre cuando se encontraban sobre ese camión rodeado de infectados, tal como él mismo se había aferrado a YoonGi cuando se encerraron en aquel edificio, tras ver morir a todos sus compañeros ¿Pero y KyungSoo? ¿Tenía a alguien a quien aferrarse? Tal vez ya no. JongIn pensó, mientras observaba como el adolescente se limpiaba inútilmente los rastros de lágrimas. Si, había algo que podía hacer. Todo conectaba, aunque era una alternativa difícil de tomar desde su perspectiva. No conocía el edificio. No conocía el camino de regreso. JongIn no sabía dónde demonios estaba parado ni como haría para salir de allí. No quería pero la llamada incertidumbre acabaría por matarlo. Cualquier movimiento que hiciera podría resultar peligroso, un error marcaría su fin por y para siempre. Kai sabia que sería borrado del mapa si llegara a equivocarse al intentarlo. Por eso mismo debía planear todo de manera meticulosa, lo antes posible.

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora