XXII

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Tan solo con el crujir de las maderas incrustadas en el suelo carmín, el peso de un profundo silencio reinando y una respuesta que nunca llegó a sus oídos. Le bastaba con una diminuta gota de agua deshaciéndose en un choque para hacer que sus pulmones se cerraran, para que su respiración errática desista y finalmente se desvanezca del mundo, porque en su interior iba creciendo la fuerza de un incendio ardiente, mientras sus huesos y músculos parecían no querer obedecer a las órdenes de un cerebro mareado, inútil para reaccionar.

» ¿Qué me hicieron?

Él no le contestó, dejando escapar su aire en unos exhaustos jadeos y evitando dirigirle la mirada, porque seguramente se veía patético ahí, desplomado en el piso como si hubiera perdido la batalla contra la vida, muy a pesar de que su corazón aún latía, por más apresurado que vaya ahora.

» Quédate en silencio, se acerca alguien.

Le ordenó en cambio, y solo atinó a suspirar adolorido. Ahora dependía de él, porque su cuerpo no podía emitir movimiento alguno, solo sus ojos lograban pasearse por una oscuridad distorsionada en el techo, algo que realmente no existía, luego podía llegar a oír como las suelas de unos botines chocaban rápidamente contra el piso, dirigiéndose hacia donde estaban ellos.

¡¿JiMin?!, Oh Dios mío, JiMin, ¡¿Qué le hiciste?!

YoonGi. . .

—¿Qué se supone qué haces?

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—¿Qué se supone qué haces?

Si le hubieran dado tan solo unos cortos minutos para detenerse a pensar bien los próximos pases, posiblemente él hubiera decidido hacer algo muy diferente, y el juego avanzaría a su favor. Quizás sólo bastaban unos castos segundos, tan diminutos pero significativos para cambiar por completo lo que venía adelante, cambiar todo solo con hacer un movimiento diferente, por más mínimos que sea. No obstante, el "quizás. . ." que no fue llevado a la realidad claramente es inexistente, las acciones por impulso ya fueron llevadas a cabo, y ahora, para ellos, el tiempo se detenía frente a la oscura mirada de un arma, por no pensar antes de actuar.

—Por favor, baja eso.

—Tía. . .

—¡Quédense quietos!

TaeHyung no podía creer lo que estaba viviendo.

Y JungKook solo quería volver el tiempo atrás.

—Señora, se lo suplico, calmese y baje el arma.

—Cierra el hocico.

Kim dejó escapar un profundo suspiro con derrota, mientas la imagen de un delgado cuerpo femenino sin vida le advertía que las palabras de la mujer podrían ser cumplidas sin ningún rodeo por su parte. Se mueven y jalo el gatillo. Apenas hace unos minutos atrás, la señora Kim no había tardado mucho en sacarse de encima a la chica que pretendía llevársela amenazándola con un arma, fue justo cuando ambos llegaron a la azotea, y por desgracia del destino, pudieron presenciar el momento exacto en el cual el pecho de la joven era agujereado por al menos cuatro balas que se dispararon con suma rapidez, y luego los que estuvieron en peligro sin razón aparente fueron ellos.

INFECTEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora