una noche de verano

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Capítulo 1

había escuchado que los cambios más abruptos venían de la forma más inesperada, por lo que nunca se imaginó que esa noche fuera la causante de todos los eventos que vendrían después.

— No es justo— murmuró Adrien ante su reflejo en el espejo de su habitación.

— Oh, estás molesto porque tu papá no te dejó ir a la fiesta de tu amigo, ¿no es así? — preguntó Plagg en el tono burlón que solía molestar a Adrien.

— Sí — masculló Adrien entre dientes — él no entiende.

— ¿Qué es lo que no entiende? — preguntó Plagg mientras volaba directo al escritorio de Adrien, en donde tenía un gran trozo de camembert esperándolo.

— Él no entiende lo que es tener quince años, sentir que no has experimentado nada, cuando quieres ver y sentir todo lo que los otros chicos hacen — respondió Adrien en una exhalación.

— Todos los muchachos de tu edad son iguales, todos son tan "incomprendidos". He escuchado esta misma canción una y otra vez a través de los siglos— se quejó el kwami mientras se dejaba caer pesadamente sobre el colchón y desparramaba migajas del queso sobre la colcha.

— Yo solo quiero ir a la fiesta, ¿es eso mucho pedir? — preguntó Adrien quien levantó la mirada y observó a Plagg dar vueltas sobre la cama.

— Si lo piensas con detenimiento, no, no lo es — respondió el Kwami. — los hijos sobreprotegidos como tu pueden arruinarse casi con tanta facilidad como los chicos a los que no se les presta mucha atención — opinó Plagg con la boca llena. Adrien no entendió completamente la afirmación de Plagg, pero no pudo evitar entristecerse al pensar que no podía decidir si estaba sobreprotegido o completamente abandonado, ya que en su situación había un poco de los dos.

— Voy a ir — dijo Adrien de repente mientras levantaba su mirada hacía el frente.

— Estás bromeando, debes bromear. Tu no serías capaz de hacer algo como eso — afirmó Plagg seriamente.

— No. Lo he decidido, iré a la fiesta sin importar las consecuencias. — contestó Adrien.

— No serías capaz — lo retó Plagg quien estaba más que divertido con toda la situación, casi como si encontrara hilarante él hecho de que Adrien se estuviera planteando seriamente la idea de romper las reglas.

— Sí — dijo Adrien, quien tomó su celular, lo metió en su bolsillo, así como un par de billetes en el otro.

— ¿En serio? — preguntó Plagg sin acabar de creérselo.

— En serio — asintió el chico. Después, abrió la puerta de su habitación de par en par, no sin antes dedicarle unas últimas palabras a su kwami — no quiero encontrar restos de camembert en mis sabanas, y no me esperes despierto

Adrien corrió hacía la entrada, con la plena seguridad de que no tendría ningún problema hasta ese punto de su recorrido. El verdadero inconveniente llegaría cuando se encontrara en la puerta principal, la que siempre tenía un guardia privado y cámaras de seguridad. Por un instante, Adrien pensó en la posibilidad de transformarse en Chat Noir y usar sus poderes para salir de aquel lugar. Sin embargo, él sabía que no era lo suficientemente valiente como para hacer algo como aquello, pues una cosa era hacer tonterías, y otra muy diferente era cometerlas mientras tenía encima una serie de poderes sobrenaturales que no terminaba de comprender.

Con mucho cuidado, Adrien permaneció escondido detrás de unos arbustos que precedían la casa. Si se hubiera encontrado de día, lo hubieran visto con gran facilidad, pero al ser de noche nadie notó su presencia. De repente, el sonido de un automóvil sobre la grava y la luz de un par de faros delanteros lo alertaron. La reja principal se abrió de par en par, y se dio cuenta de que se trataba de el auto de su papá. Adrien vio aquel momento la oportunidad perfecta para escapar. El guardia de Seguridad
notaría su presencia, ya qué demasiado ocupado en atender las necesidades de Gabriel Agreste como para reparar en la pequeña figura que se escurría por el lado de la verja.

La Bella Durmiente MlbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora