Capítulo 27: New And Strange Feelings

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Pasaron los días en los que no supe nada de Damian. Sabía que aún seguía en la casa porque podía sentir su presencia, lo extraño fue que no siguió atormentándome como antes, a pesar de estar enojado me dejo tranquila. Seguro sabía que su desplante me dolía y por eso no volvió a aparecerse para castigarme, qué mejor tortura que esa.

No importaba cuantas veces lo llamará o intentará disculparme, Damian no aparecía, dándome a entender que no quería escucharme. Bien, ya me estaba molestando su actitud, me iba a escuchar si o si; yo no tuve la culpa de lo que paso y por lo tanto merecía al menos la oportunidad de explicarme.

Camine a paso rápido a la habitación de Damian. Se sentía raro ir ahí estando consciente de mis actos. En fin, en cuanto nos empezamos a llevar bien Damian me había dicho, no, prácticamente me había prohibido entrar a su cuarto por cualquier motivo, dado que había sido suyo estando en vida, y también era el lugar de donde había sacado la cuerda para darle fin a su vida. Por lo tanto era el sitio con más oscuridad de la casa, por eso me hizo entrar ahí cuando quiso que me suicidara. No quería llegar a esto, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, además seguro era donde se la pasaba escondido.

Puse la mano en el pomo de la puerta y estaba a punto de girarlo cuando sentí una fría brisa que me puso los vellos de punta. Lo siguiente que paso fue que algo me tomo de los hombros y me pego a la pared con fuerza. No pude evitar hacer un sonido de dolor.

-¿Qué te dije de entrar a mi cuarto?- preguntó Damian de forma dura apareciendo frente a mí

- No me dejaste opción, era el único lugar donde podías estar- le respondí

- Te prohibí que entrarás allí- dijo enojado

- Te recuerdo que también es mi casa y yo voy a donde quiera- lo rete

- Será mejor que le bajes a tu tono- me advirtió

-¿O si no que?- lo mire cruzada de brazos

Los dos nos quedamos viendo sin decir nada. Ambos estábamos molestos el uno con el otro, sin embargo sólo nos miramos de forma amenazadora en medio del pasillo.

- Tenemos que hablar- dije por fin

- Yo no tengo nada que hablar contigo

- Claro que sí- hablé seria- así que te aconsejo que dejes de armar un berrinche y me escuches.

-¿Para qué? ¿para que me vuelvas a traicionar?- preguntó con amargura- no pude confiar en Henry, mucho menos en ti.

-¿Disculpa?- me enfureció que me comparará con mi abuelo

- De tal palo tal astilla, ¿no?- se burló

-¡Damian Pierce, cállate de una vez!- le grité ya harta

A Damian le sorprendió mi arrebato, tanto así que hizo silencio. Yo intenté calmarme al tiempo que buscaba la manera de explicarle lo que había pasado.

- Mira yo nunca tuve la intención de traicionarte, teníamos un trato ¿no? Y lo único que había hecho hasta hace días era ayudarte- le asegure- yo no tenía idea de que los chicos planeaban bendecir la casa, la única vez que tuve esa idea en mente tú evitaste que llamara al padre y ¿acaso no te diste cuenta como gritaba desesperada para que se detuviera? Yo no podría echarte de tu casa ni mucho menos verte sufrir- lo mire a los ojos para que no supiera que mentía.

-¿Por qué?- quiso saber

- Porque me importas Damian- admití

- Eso no esta bien, Anastasia- Damian negó con la cabeza- yo no merezco que seas buena conmigo, así como que tampoco sientas nada hacia a mí.

- No digas eso Dam, hace mucho que nadie se preocupa por ti- le dije mientras colocaba mi mano sobre su mejilla.

Todo el enojo y la frustración desapareció tan rápido como había llegado. La verdad le estaba empezando a agarrar cariño a este chico.

Narra Damian

Al sentir el tacto cálido y suave de Anastasia sobre mi rostro no quise apartarme. Llevaba muchos años sin sentir nada y eso me reconfortó.

- Lo siento mucho mi querida, Anastasia- dije apenado por como había actuado.

- Yo también lo siento debí de estar más al pendiente de los chicos, debí verlo venir- dijo ella

- No, no te disculpes. Ya estás haciendo demasiado con ayudarme no puedes saberlo todo, nena

- Bueno, sí- sonrió un poco

- Lamento también haberte ignorado- le hice saber

- Esta bien Damian, creo que tu reacción fue la normal, aunque a la próxima no te comportes como niño caprichoso- bromeó haciéndome reír.

- Me tratas mejor de lo que merezco- suspire

- Ya deja de decir tonterías- dijo restándole importancia- además vivimos bajo el mismo techo es normal que tengamos desacuerdos.

- Tienes razón- le sonreí

-¿Te dolió mucho?- preguntó consternada. Sabía a que se refería.

- No, hay peores dolores- afirme, recordando ver sus ojos dorados cristalinos mientras el agua bendita me quemaba.

Verla sufrir por el simple hecho de que yo sufriera me rompió el corazón.

- Me alegro de que estés bien- dijo dándome un abrazo que me tomo por sorpresa

Tarde un poco, pero finalmente se lo pude devolver. Me sentí tranquilo por primera vez en años.

- Ana, no esta bien que esto avance más- susurré. No podía permitir que el cariño que empezábamos a sentir el uno por el otro creciera más de la cuenta.

- Dam sólo somos amigos, además pienso que aunque te hayan pasado cosas malas no debes negarte a sentir- me respondió serena.

- Supongo- hablé inseguro.

No sabía qué pensar ni como sentirme al respecto. Luego de años vagando por esta casa, sintiendo nada más que odio y rencor, todo estos nuevos sentimientos me resultaban de lo más extraño.


Uhhhh se reconciliaron seguirán siendo sólo amigos?. Voten y comenten please.

Att: Ana Schmidt de Henderson

Dulce Maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora