NIX | Los Kwan son uno de los linajes mágicos más antiguos y respetados de todo Londres. Conocidos por ser portadores de la maldición Impungushe, cuyo efecto hace presencia durante las largas noches de invierno, bajo las heladas temperaturas...
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° ° ° ° ° ° ° SE HARÁN PEQUEÑOS CAMBIOS EN LA HISTORIA PARA QUE ÉSTA SEA ACORDE CON LA VIDA DE NIX KWAN ° ° ° ° ° ° °
Era de noche, cerca de la una cuando decidieron salir del castillo hacia el bosque prohibido para no terminar arrancándole la cabeza a aquella gata molesta de un mordisco. Nix y su hermana adoptaron su forma animal poco después de que la cena comenzara, cuando la temperatura descendió con rapidez. Los pasillos fueron un buen resguardo del frío durante las dos primeras horas pero al tener que moverse de un lado para otro cada veinte minutos por evitar que la Señora Norris comenzara a maullar frente a ellas, decidieron que era mejor pasar la noche en el bosque y acordaron que se quedarían juntas para resguardarse del frío.
«Traidora» gruñó en su mente Nix.
«Te estoy escuchando, mocosa» respondió Hera desde algún lugar del bosque.
La naturalmente pelirroja dobló sus patas traseras y se sentó, dejando que su pelaje comenzara a helarse en el frío suelo. Su forma animal se conectaba con la de algún miembro de su familia si este se encontraba a una distancia no muy lejana, también había casos en los que alguien corría grave peligro y el miedo llamaba a la forma animal de los Kwan dando igual la distancia entre ellos.
Nix juraba que el bosque no daba tanto miedo como en su primer año llegó a pensar. Oía ruidos pero nada que consiguiera asustarla de muerte. Levantó sus patas traseras y comenzó a caminar en dirección desconocida, podía sentir la helada brisa a través de todo aquel pelo anaranjado. Decidió correr, evitando tropezar con algún tronco de madera que se encontraba en el suelo y pegando pequeños saltos cuando piedras de bastante gran tamaño se cruzaban en su camino.
De repente lo vio.
Frenó en seco cuando un gran perro negro se hizo presente en la oscuridad del bosque, sus ojos la miraban penetrantes y ella no pudo hacer nada más que estirar sus dos patas delanteras y bajar las traseras en signo de respeto. El pequeño zorro no sabía si temblaba de frío o del miedo que pasó al ver a su pequeña Tique entre las patas del enorme animal.
«¿Dónde se supone que estás, Hera?» gritó mentalmente.
La pelirroja movió la cabeza de derecha a izquierda haciendo que el perro la mirara con curiosidad. El animal se acercó a ella, olfateando desde una distancia considerable antes de agacharse y colocarse en la misma posición que ella. Tique corrió a colocarse en el lomo de su dueña, el perro soltó un pequeño aullido. Nix se levantó con cuidado de no tirar a su mascota y caminó alrededor del perro al comprobar que no corría ningún peligro.
Sus orejas bajaron al ver como el perro se levantaba con rapidez, éste comenzó a saltar de un lado para otro llamando la atención de la joven y luego salió corriendo. Nix lo siguió. Chocaba con alguna rama de vez en cuando y notaba como Tique se aferraba a su lomo en una acción que resultó ser casi dolorosa para ella, sin embargo no se detuvo. Llegaron frente a una pequeña llanura donde sus ojos pudieron divisar la figura animal de su hermana, corrió hasta ella y saltó encima haciendo que la rubia la mordiera con fuerza.
«¿Cómo has llegado hasta aquí?» preguntó una adormilada Hera.
«Me ha ayudado él» golpeó con sus patitas la pancita de su hermana.
Sin embargo cuando giró solo encontró la inmensa oscuridad que las rodeaba, Hera la miró confundida.
«Olvídalo» volvió a decir Nix.
La menor se colocó entre las patas de su hermana y cerró los ojos para descansar un par de horas antes de que amaneciera y tuvieran que volver al castillo.
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- ¿No te parece raro que el profesor Lupin desaparezca una vez al mes? -volvió a preguntar Hermione por décima vez en el día.
Nix estaba agotada y la castaña no había parado de hablar ni un segundo, la pelirroja deseaba tener su forma animal en ese instante para morderla.
- No, sí, no sé, tengo sueño -se quejó la contraria.
Hermione la miró ofendida sabiendo que la chica estaba pasando de ella sin descaro alguno. Harry y Ron estaban ensimismados en una plática sobre cómo intentar salvar a Buckbeak mientras que los gemelos susurraban entre ellos, probablemente planeando alguna que otra broma. Ginny se había sentado ese día con ellas y parecía querer tirarle un tenedor a Hermione en la cara, Nix la entendía.
La joven Kwan se cambió de mesa al escuchar otra vez la misma pregunta por parte de la chica, la iba a tirar al lago si no se iba de allí pronto. Malfoy estaba sentado en la mesa de las serpientes rodeado, como de costumbre, por sus lame suelas y la loca Parkinson. El rubio sonrió en cuanto la vio, hacía días que no hablaba con su amiga y el joven ya creía que estaba molesta con él. Kwan empujó a Parkinson haciendo que esta cayera al suelo y se sentó junto al rubio, la chica comenzó a chillarle que quién se creía que era para empujarla de esa manera y amenazó con acercarse para hacer lo mismo que Nix le había hecho, más la pelirroja gruñó de la misma forma que llevaba haciendo desde primer año. Parkinson retrocedió.
- ¿Aún no sabes por qué gruñes? -preguntó Draco a su lado.
- Siquiera se lo he dicho a mi madre -suspiró pesadamente, apoyando su cabeza en el hombro del contrario.
- Deberías, a lo mejor ella sabe algo -aconsejó. Notó como Draco bajaba un poco la cabeza para mirarle la cara- ¿Primera noche?
- Estoy que muero de sueño -confirmó la pelirroja.
- ¿No quieres descansar un rato? -sugirió el chico- Yo te cubro.
Nix negó.
- No te preocupes, dormiré un rato antes de tener que salir otra vez esta noche -aseguró.
Sin estar completamente convencido asintió.
- Mamá quiere que vayáis tu madre, tus hermanos y tú a cenar estas Navidad -soltó de repente.
Nix rió entre dientes antes de agarrar su brazo y acomodarse mejor en su hombro para poder verle la cara.
- ¿Sabes que faltan semanas para Navidad, no? -preguntó entre risas.
El joven Malfoy se encogió de hombros.
- Le gusta tener todo organizado desde temprano -fue lo único que respondió.
- Le enviaré una carta a mi madre mañana, aunque seguro ya han hablado entre ellas.
- Entonces ya sabemos que tenemos las vacaciones planeadas -bufó el chico.
- Oh, venga, no va a ser tan malo -dijo la pelirroja- sobretodo porque voy a estar yo para salvar el día.
