NIX | Los Kwan son uno de los linajes mágicos más antiguos y respetados de todo Londres. Conocidos por ser portadores de la maldición Impungushe, cuyo efecto hace presencia durante las largas noches de invierno, bajo las heladas temperaturas...
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Nix rara vez se sentía avergonzada por alguno de su actos o palabras, sin embargo, ahora bajo la interrogativa mirada de McGonagall lo hacía. Su madre se encontraba a su lado, con los brazos cruzados y los labios ligeramente fruncidos en un notable gesto de molestia. Ella junto a Hera miraban hacia el suelo, mientras la rubia agarraba su antebrazo y lo apretaba con suavidad. América había obligado a Zíu a quedarse fuera junto a Harry Potter, que en cuanto vio a la chica intentó acercarse a ella para hablar sobre su padrino, pero la madre de la joven no se lo permitió y fue el pelinegro quien tuvo que explicarle la situación al Gryffindor. Dumbledore aún no aparecía por el despacho y la pelirroja creía que en cualquier momento se desmayaría debido a la incómoda tensión que se había formado en el ambiente. Por fortuna, ambas alumnas no tuvieron que esperar más de diez minutos antes de que el director apareciera seguido de los jefes de casa correspondientes.
El barbudo les pidió, tanto a Hera como a Nix, que tomarán asiento frente a él y seguidamente prosiguió a echar a los cuatro restantes del lugar. América estuvo a punto de quejarse, más al ver la mirada del mayor se arrepintió. Las dos jóvenes se miraron con nerviosismo cuando escucharon a puerta cerrarse. Dumbledore se acomodó en su sitio mientras agarraba un caramelo y lo desenvolvía lentamente para luego llevárselo a la boca.
— ¿Un caramelo de limón? —preguntó, estirando su mano y ofreciendo a las hermanas.
Nix negó. Hera se extrañó.
— ¿Nos castigará? —preguntó esta vez la rubia ya impaciente ante la espera.
El mayor las miró con una sonrisa en la cara antes de echarse a reír. La pelirroja estaba confundida ante la actitud de su director.
— ¿Por qué se escaparon? —interrogó con el mismo tono tranquilo que lo caracterizaba.
— Fue mi culpa —se adelantó Nix—. Yo... quería saber el porqué de mi transformación en la primera prueba. Fue extraño y poco común en mi familia, tuve miedo y quise preguntárselo a mi abuela.
— ¿Encontrasteis respuestas? —volvió a preguntar. Ambas muchachas asintieron con rapidez—, ¿las suficientes? —Esta vez negaron—. Entonces deberíais volver a ir.
La pelirroja abrió los ojos ante las sorpresivas palabras del mayor, no se esperaba aquello.
— ¿Qué? ¿No está enfadado? —preguntó la rubia.
— ¿Por qué debería estarlo? —rió—. Aunque la próxima vez pidan un permiso antes de irse, con el de vuestra abuela bastará para salir un par de horas.
Las Kwan no sabían qué era lo que estaba sucediendo allí. Nix se encontraba en total desconfianza ante las palabras del director, pero sabía que podía confiar en él de igual manera. Por otra parte, Hera temía y sospechaba que Albus Dumbledore sabía algo y que la estaba omitiendo, ¿por qué sino tanto empeño en que vuelvan a lo de su abuela?
