Epílogo

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Si echaba la vista atrás y recordaba aquel verano de sus dieciocho, SeHun tenía muchas cosas que rememorar; tanto buenas como malas.

Por un lado, se avergonzaba recordando ciertos comportamientos que tuvo. Pensamientos que como poco eran erróneos y tóxicos. Y, sin embargo, también veía todos los momentos bonitos y divertidos que pasó con JongIn y con sus amigos, y que sin duda merecieron la pena para él.

Recordaba esos tiempos con nostalgia porque aún cuando había tenido que aguantar injusticias y maltratos, seguía siendo un año de su vida que atesoraría con cariño. Fue un momento de aprendizaje, una evolución interna y externa que aunque no fue para nada fácil, la consiguió alcanzar.

Su vida se podría decir que había ido de maravilla desde entonces; tenía amigos y lo tenía a él, tenía a su hermano y no necesitaba nada más. No volvió a ver a sus padres desde entonces aún cuando de vez en cuando se encontraba cartas de su madre pidiéndole perdón y diciéndole lo mucho que lo echaba de menos. Por eso fue que con ella sí decidió mantener el contacto, viéndola una o dos veces cada cierto tiempo.

Lo cierto era que habían pasado ya muchas cosas desde entonces; comenzó a centrarse tanto en su carrera artística que poco a poco se hizo sitio en aquel pequeño mundillo. Quién le diría que hacía ya siete años desde su primer trabajo de ilustración, donde unos editores se vieron fascinados por su trabajo y le pidieron ilustrar personajes de una nueva novela de misterio que acabó convirtiéndose en best seller. Fue el comienzo de su buena suerte y el momento en el que supo qué quería hacer con su vida.

A los veintidós acabó la carrera y tomó una gran decisión, mudarse con JongIn; su hermano no puso impedimento y se mostró realmente alegre de todo lo que estaba logrando por sí solo su hermano. Ya habían pasado cinco años de eso.

Hacía tan solo tres años, JongIn consiguió ahorrar lo suficiente siendo profesor de baile de niños pequeños y se aventuró a comprar aquella sala de baile donde pasó su infancia y donde él y SeHun bailaron más de una vez. En ese mismo año, SeHun publicó su primer Sketchbook con aquella gran editorial que lo cogió en primer momento.

Y a día de hoy, a sus veintisiete, cumplía su sueño de hacer una exposición individual única y exclusivamente de sus dibujos. A penas podía creerse que hacía casi diez años solo dibujaba en lienzos en su cuarto, y ahora que, nueve años después, un 9 de agosto, estuviese firmando ejemplares de su Sketchbook en una sala solo para él, llena de gente y llena de sus obras.

Veía a todos aquellos chicos y chicas haciendo la fila nerviosos por conocerlo, a él, a un simple dibujante que era y es como ellos, y se sentía lleno de felicidad y orgullo por sí mismo. No sabía cuántos libros había firmado ya y, sin embargo, seguía lleno de vitalidad y juraba que podía continuar de aquella manera muchísimo más.

—H-ho-hola señor, m-me encantan sus d-dibujos. S-soy fan suyo.

SeHun, con ojos suaves y simpáticos, sonrió al chico de cabellos rubios y ondulados que se mostraba ante él.

—Muchas gracias, a mí me encanta que te encanten; aunque aún no soy tan viejo como para ser un señor —saludó con una ligera risa, abriendo el ejemplar del adolescente antes de firmar dentro de este—. ¿Cómo te llamas?

—P-Park... —vio cómo el chico tomaba aire—. Park J-JiMin. Señ...E-eh...

—SeHun; llámame SeHun —lo ayudó, risueño y enternecido por el contrario—. Muy bien. Park JiMin, aquí tienes tu libro firmado, espero volver a...

—¡Espere...! Esto... T-también me gu-gusta dibujar y m-me preguntaba si...

SeHun pestañeó y ladeó la cabeza, curioso. Observó cómo las manos nerviosas y temblorosas del menor sacaban torpemente un pequeño cuaderno verde bosque con lunares blancos y se lo tendía. Tardó un poco en reaccionar y darse cuenta de que le estaba tendiendo su propio cuaderno de dibujos para que él lo mirara.

Entre líneas { KaiHun / SeKai }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora