Capítulo 3

368 40 15
                                    

Cuatro años atrás.


-¿Qué se supone que tengo que hacer...?

-No te lo voy a decir, Hun. -BaekHyun le sacó la lengua.

-Infantil.

-Miedica.

-No soy un miedica.

-Entonces díselo -propuso con jocosidad el más bajo.

Aquellas dos únicas palabras fueron suficientes para que SeHun se mantuviese en silencio, cruzándose de brazos, hastiado, por tener de nuevo la misma conversación de todos los días.

Estaba frustrado, mucho, desde hacía ya varias semanas aquel parecía ser el único tema de conversación entre él y su amigo y, pese a que a él para nada le molestase hablar de ello, sentía que no llegaban a ningún punto que le sirviese de utilidad. Al principio, BaekHyun se tomaba sus sentimientos mucho más en serio y le intentaba aconsejar sobre qué hacer teniendo en cuenta su decisión, no obstante, al parecer, también se había cansado de ello; a decir verdad, no es que le estuviera poniendo la situación fácil.

¡Pero no era su culpa! ¿A quién más le contaría algo tan importante e innovador como el hecho de que, por primera vez en su vida, se había enamorado de alguien, de un chico ni más ni menos? Todo era muy nuevo para SeHun, si bien nunca antes se había interesado por las chicas, creía que solo era culpa de los libros que lo absorbían pues tampoco nunca se había interesado en chicos. Hasta hacía un año, hasta que tuvo trece y lo conoció a él.

Jamás de los jamases se imaginó que iría a un partido de baloncesto del equipo oficial de su instituto, mucho menos se imaginó que aquel día acabaría con una Coca-Cola tirada encima de su camiseta y ni mucho menos, se imaginó que el dueño de aquel refresco sería un chico tan servicial y amable, y... precioso.

Aquella sería la mejor palabra para describir a ese chico quien pese a seguramente ser más mayor que él (cosa que podía suponer por la madurez que irradiaba), poseía un rostro aniñado y su estatura era inferior al suya, parecida a la de BaekHyun, diría; tenía unos ojos redondos pero que curiosamente se afilaban cuando sonreía, gatunos quizás sería la palabra adecuada para describirlos. Y es que el aura al rededor de ese chico simplemente lo fascinó desde un primer momento, sintiéndose así por primera vez en sus trece años.

Según tenía entendido, se llama MinSeok, tenía tres años más que él y tocaba la batería en una banda, lo que hacía que medio instituto automáticamente estuviese tras él. También prefería que lo llamasen XiuMin.

Las cosas en ese momento sucedieron de forma rápida y casual, cliché, cuanto menos; la Coca-Cola en su ropa, él siendo acompañado por el mayor al baño y él dejándose limpiar, con una horrorosa timidez, la fea mancha en su camiseta. Tras haber solucionado un poco aquel desastre y con mil y un disculpas acompañadas de una sonrisa culpable a la que sencillamente no pudo resistirse, acabó despidiéndose del chico que, a partir de entonces, rondaría en su mente durante los próximos meses.

Lo que más le sorprendió de aquello fue que, de igual modo, XiuMin no pareció olvidarse de su rostro, de él en sí, pues cuando se cruzaban por los pasillos (cosa que triste y raramente ocurría) compartían miradas simpatizantes, tímidas tal vez, y una pequeña sonrisa junto a un asentimiento a modo de saludo.

Aquellas tonterías lo emocionaban un montón y se sentía el colegial que en parte era. Al fin y al cabo, en su cabeza recreaba mil y un escenarios imposibles que jamás ocurrirían empezando por el hecho de que un chico como XiuMin no podría nunca fijarse en alguien como él; así que soñar era gratis, ¿cierto?

Entre líneas { KaiHun / SeKai }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora