Pocas eran las veces que SeHun decidía ir a desayunar abajo junto a sus padres y su hermano pese a que no tenia casi problema con ellos, por separado.
Sentía que cada uno de los miembros de su familia era como una bomba de relojería a punto de explotar, una en la que solo hacía falta pulsar un botón para que todo estallase y todo el rencor que se tenían los unos a los otros (más bien su padre a su hermano y madre) saliese a la luz, de nuevo. A veces se preguntaba si realmente era hijo de aquellas dos personas tan efusivas, siendo él tan calmado, y de no ser porque era la viva imagen calcada de su padre, no dudaría en creerlo.
Sin embargo, Oh JinHong a veces tenía prontos en los que quería que su familia conviviese mientras hacían algo tan normal como comerse unas tostadas. SeHun creía que su padre seguía creyendo lo mismo que todo el mundo, que su familia era perfecta y que debía mantenerse así; que los únicos defectos que esta tenía eran las pintas de sus hijos.
Pero no parecía ver cuánto se equivocaba, cuánto odio le guardaba su mujer y cuán infeliz era a su lado, así como todos los pensamientos negativos que infundía a sus hijos con sus actos. Y con sus patadas verbales.
—SeHun, haz el favor de quitarte esa gorra en la mesa. —Poco había durado su paz.
—Es solo una gorra, déjale. —Salió su madre en su defensa al instante. Sabía que aquel era el comienzo de otra pelea. Las conocía bien.
A veces creía que su padre solo buscaba defectos en él que reprocharle, si es que llevar una gorra hacia atrás podía considerarse como uno, claro. En el fondo sabía que el hombre solo buscaba excusas para restregarle lo de siempre, que él era superior a él en todos los aspectos.
—Voy a la biblioteca —se justificó.
—¿Y qué? No tengo por qué aguantarla. —JinHong elevó una ceja, escéptico—. Tienes que aprender a vestirte bien si es que quieres convertirte en un abogado de provecho.
Y ahí estaba, de nuevo, aquella conversación. Su padre sabía de sobra que él no quería ser un abogado de provecho, aquello le aburría y no le llenaba en absoluto; no veía qué podía tener de entretenido convertirse en un hombre que aceptaba casos según cuál le proporcionaba más cifra y beneficios, y no según sus ideales. No obstante, siempre alegaba que ya cambiaría de opinión y que es cuestión de tiempo. Por más que le repitiese que nunca seguiría sus pasos y que, de hecho, iba a ir a estudiar Bellas Artes, el perfeccionista abogado Oh hacía oídos sordos; por eso fue que en aquella ocasión SeHun decidió ignorarlo.
—Déjale, JinHong. Está desayunando y va a salir en nada.
—HeeJin, cuando hable con mis hijos mantente callada, ¿de acuerdo?
Poco a poco el tono iba elevándose y mientras JunMyeon observaba con cautela, dispuesto a saltar en cualquier momento y cuando fuese necesario para pararlos, SeHun se apresuró en dar los últimos tres bocados a su cuenco de cereales para levantarse e irse cuanto antes de ahí.
—¿Te vas ya? —Preguntó su hermano, con un tono mucho más suave que el de sus progenitores, con incluso preocupación en la voz.
SeHun asintió antes de echar una última mirada a sus padres quienes se mantenían mirándose como si aquello fuese un duelo por ver quién de los dos era más fuerte. Gracias a aquello, incluso pensó que se iba a librar de tener algún que otro intercambio de palabras con ellos; pequeño iluso.
—Luego iré a...
—No. —JinHong fue cortado al instante por HeeJin. Su mujer debió haberle leído el pensamiento y evitó que dijera aquello que tenía pensado hacer—. Ya lo hemos hablado, no harás nada. —Sentenció no dejando espacio a contestación, dirigiéndole después una mirada mucho más suave y amable, casi culpable, a SeHun—. Puedes irte, cariño, diviértete.
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Entre líneas { KaiHun / SeKai }
Fiksi PenggemarDestino. Ninguno de los dos cree en él pero, sin embargo, una enorme fuerza se empeñó en juntarlos de la manera más extraña posible en verano. SeHun, un chico de dieciocho años callado, inseguro, incapaz de salir de la jaula en la que su padre lo do...