Solía ausentarme de mi entorno cuando no me sentía cómoda con algo: pensaba en cosas que tenía qué hacer, letras de canciones o incluso en acordes que me seguían fallando en la guitarra; cualquier pretexto era bueno para desconectarme.
Lo único que registré con claridad fue que caminábamos por la banqueta en algún lugar del centro. La mano de Óscar se sentía cálida en la mía, de pronto presionaba el agarre y me sonreía, pero siempre regresaba la atención a su amigo y yo me recluía al interior de mi mente.
Me mantuve observando el suelo bajo mis pies hasta que, de un momento a otro, levanté la mirada y observé mejor mi entorno, fue hasta entonces que noté lo cerca que estábamos del parque del centro y sentí pavor. No quería entrar, ni siquiera acercarme. Evitaba el lugar como si fuera la peste; los recuerdos me abrumaban aún más en ese lugar.
Óscar notó lo tensa que me puse, me miró escéptico antes de girar en una esquina sabiendo perfectamente bien que no entraba a ese lugar a pesar de que intentó que lo hiciera. Supuse que se dio cuenta de mi estado porque me quedé atrás o por la debilidad de mi agarre. Si Rodrigo notó lo que pasó, no lo mencionó.
Caminamos por el centro al menos una hora. Tiempo en el que escuché a mi novio hablar con su amigo como si no se hubieran visto hace apenas dos días.
Fruncí al ceño ante ese pensamiento. Luego sacudí la cabeza para alejar la voz negativa. Estaba con él y me había tratado como un príncipe lo haría.
Ana definitivamente estaba exagerando al decir que mi novio me hacía más mal que bien. Era lo opuesto, me llenaba de seguridad cuando no dudaba en tomar mi mano. Aunque en la escuela me ignorara, cuando estábamos a solas me hacía sentir que era demasiado importante en su vida y ese era mi motor para luchar por nuestra relación.
Sentí miradas sobre mí y noté que nos habíamos detenido, mis acompañantes me veían. Rodrigo sonreía mientras Óscar me observaba extrañado.
—¿Qué? —cuestioné confundida.
—Rodrigo te preguntó algo —me informó mi novio con un gesto serio.
Sentí la sangre subir a mi cabeza y mis mejillas encenderse, me había ausentado tanto que me perdí toda la plática.
—Perdón, no escuché —murmuré avergonzada.
Mi novio hizo girar los ojos y sacudió la cabeza.
—¿Ves? Eterna distraída —le dijo a su amigo.
Por alguna razón, el comentario pareció implicar algo más. Fruncí de nuevo el ceño a la par que mi mente se llenó de dudas en un santiamén.
—Es adorable si lo piensas, es como una niña —comentó Rodrigo sin pizca de malicia o ironía.
Vi hacia todos lados menos en su dirección, ya me sentía bastante mal ante lo que sucedió.
—¿Puedes repetir la pregunta? —cuestioné tratando de recordarles que me encontraba presente. Hablaban como si fuera un fantasma.
—Pregunté si ya pensaste en tu tesis —comentó con una sonrisa.
Lo vi un momento antes de mirar a Óscar, me veía como una niña pequeña pidiendo permiso antes de contar un gran secreto.
—No tiene nada planeado, le dije que el tiempo avanza y al rato va a sufrir —contestó por mí.
Rodrigo lo vio de manera extraña, su gesto denotó hartazgo o enojo.
—Interesante —murmuró.
Me encogí de hombros con aparente desdén.
—No conozco bandas, tal vez hasta que me asignen una me ponga a armar algo.
![](https://img.wattpad.com/cover/148596119-288-k755810.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Inadaptable
General Fiction¿Cuán destructivo puede ser uno mismo? Caro sabe que algo está mal con ella. Que la percepción que tiene del mundo es muy distinta a la que tienen los que la rodean. Vive atormentada por voces que le susurran con odio; se aferra a las pers...