Vista

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Mi tolerancia al alcohol siempre fue relativamente alta. Excepto cuando de vodka se trataba. Dos veces en mi vida tuve resaca, las mismas que juré no volver a ponerme a ese nivel.

Óscar no era así, tenía tolerancia baja pero no le molestaba la resaca física. Era la moral la que le pesaba pues llegaba a hacer un sinfín de idioteces que siempre le perdoné con la justificación de que no sabía lo que hacía.

A pesar de que yo jamás hice algo de lo que me debiera perdonar, podía entender a la perfección la resaca moral pues era aquello que me inundaba después de un episodio de automutilación.

Miré mi brazo cubierto por la tela negra de mi playera sintiendo el ligero picor que la costra, que seguro ya se había formado, estaba causando. Aunque anhelaba rascarme, eso me llevaría a querer hacerme de nuevo daño.

Me incorporé en el sillón y estiré la espalda tratando de deshacer los nudos formados por dormir en tan mala posición. Pero, cuando centré la vista en mi celular, mi estómago dio un violento vuelco.

No se veía ninguna notificación, osea que Óscar jamás me buscó. Algo que podría interpretar como que finalmente terminó. La idea me llenó de ansiedad y me revolvió el estómago al grado de dolor.

Cogí el aparato pensando en los mensajes que enviaría para que pensara mejor las cosas. Incluso pasó por mi mente recordarle lo mal que me ponía su ausencia. Tratar de instarlo a regresar y olvidar. Manipularlo como él a veces lo hacía.

Desbloqueé el celular y parpadeé varias veces tratando de ajustar la vista al brillo. Estaba por abrir la aplicación de mensajería cuando una pequeña burbuja en la esquina izquierda llamó mi atención.

Era un mensaje de Messenger, uno que mi celular olvidó anunciar.

Bajé la barra de notificaciones y leí el nombre del remitente al menos diez veces para asegurarme de que no estaba alucinando. Luego seguí con el mensaje.

"¿Óscar es tan mal perdedor que me ignoró?"

Fruncí el ceño tratando de entender a qué se refería. El mensaje lo envió la noche anterior. Me imaginé que inmediatamente que acepté su solicitud me buscó, pero estaba tan ausente que no lo noté.

Así que contesté con un—: ¿Huh?

Dejé el celular en el mismo lugar de dónde lo había tomado y pasé ambas manos por mi rostro. Necesitaba agua, mucha agua. Y algo dulce.

Me levanté y fui a la pequeña cocina donde busqué una botella de agua de fresa que había guardado desde hacía dos días. Regresé a la sala y encontré el celular con una luz azul parpadeando.

Extrañada volví a tomar el aparato, lo desbloqueé y vi que había respondido.

"Óscar, perdió la apuesta pero seguro hizo su berrinche de niño inmaduro"

Sí, no tomaba muy bien el perder. Suspiré y escribí de vuelta.

"No sabría decirte porque no está aquí"

Lo envié e inmediatamente mordí mi labio inferior, no debí dar tanta información, es más, no estaba segura de que hablar con Rodrigo fuera buena idea.

"Uuh, el berrinche fue peor de lo que creí" apareció en la conversación.

Suspiré con cansancio, si tan solo supiera.

"Algo así" escribí esperando sonar tajante para que no siguiera mandando mensajes. Pero los puntos que hacen saber a uno que el otro se encontraba escribiendo, aparecieron y mordí mi mejilla con nervios.

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