Madurez

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Ana estaba anonadada. No apartaba la vista de la pantalla y cuando lo hacía me miraba incrédula.

—¿Ese es Rodrigo?

Asentí pretendiendo no verla mientras comía mi sandwich.

—¿Cómo puedes estar prendada de Óscar con este chico mandándote mensajes y desvelándose contigo?

Miré a mi amiga con enojo.

—¿Me crees tan superficial? —espeté, sabía que odiaba a las personas que se fijaban solo en el físico.

—Te creo ciega, ¡mira esos ojos! —exclamó poniendo la pantalla en mi rostro.

Aparté el aparato con el ceño fruncido y un sentimiento de agobio.

—Hay más en una persona que los ojos —dije con obviedad.

—Como desvelarse contigo a pesar de trabajar —alegó con un guiño.

—¿Sí escuchaste que tiene novia? —cuestioné con sarcasmo.

Ana se encogió de hombros.

—Eso no te impide ver, ni a él. ¿Por qué te procura teniendo novia?

No quise ahondar en eso así que me fui por lo más práctico.

—Porque es una agradable persona llena de empatía —contesté con ironía.

Mi amiga rio y sacudió la cabeza.

—Bien, lo que digas.

Hice girar los ojos.

—Además si vieras a su novia sabrías que no hay ninguna posibilidad...

—¡Ajá! Lo has pensado y te has humillado como acostumbras —exclamó con un dedo acusatorio en mi dirección.

Sentí la sangre subir a mis mejillas de manera incontrolable.

—¡No! No quise decir...

—Ay, Caro, te conozco como a la palma de mi mano —comentó riendo—. Y te apuesto que evitas contacto porque sientes que le eres infiel a tu maestrucho.

La miré con enojo, le quité mi celular y lo bloqueé.

—No es cierto. —Sí lo era.

—¿Cuándo vas a aceptar que tienes derecho a estar con alguien que sí muestre interés? —espetó señalando el aparato—. No tienes que rogarle cariño a nadie, menos a alguien que te mantiene oculta la mayoría del tiempo.

Bajé la mirada avergonzada, el celular vibró en mi mano y mi amiga me miró con un gesto que gritaba "Niega que tengo razón"

—Rodrigo es un amigo, así se va a mantener —aseguré.

Ella hizo girar los ojos, sacudió la cabeza y me dejó sola en la cocina.

Cuando la escuché ponerle play a la película que veíamos, saqué el celular y leí el mensaje que me había enviado:

"Suertuda, yo cayendo de sueño y tú en casa descansando; pero si te sientes mejor lo valió"

Las comisuras de mis labios se hicieron hacia arriba muy a mi pesar. No era justo que me empezara a afectar.

 No era justo que me empezara a afectar

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