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Aristóteles estaba sentado en una mesa alejado del grupo de adolescentes, él no había querido asistir a ese campamento pero como era parte del equipo de básquetbol tuvo que hacerlo. Aunque ni iba participar en algún partido.

Mientras veía como todos sus compañeros se divertían escucho un ruido detrás de él. Se dio la vuelta y se encontró con un chico en el piso a unos cuantos metros de distancia.

Aris se sorprendió pero corrió a ayudarlo, le dio la mano y el chico la tomo.
-¿Estas bien?.-Pregunto preocupado.
-Si, si... Gracias.-Respondió el chico mientras se sacudía el polvo.
Aris sonrió y el chico quedó perdido en su sonrisa.
-Fue un buen golpe el que te metiste.
El castaño no respondió, estaba hipnotizado con la sonrisa de Aris.
-¿Seguro que estas bien?.-Pregunto Aristóteles con el ceño fruncido.-Pareces perdido.

El chico sacudió la cabeza y se sonrojo.
-Eh, si. No te preocupes, solo que... Nada, nada.
Aris volvió a reír por la actitud del chico, por alguna razón le parecía adorable.
-¿Cómo fue que caíste?.
Las mejillas del chico se tiñeron de rojo y bajo la mirada.
-Me distraje tomando fotografías y no preste atención al camino.
En ese momento Aris noto la cámara que colgaba del cuello del chico.
-¿Qué fotografíabas?.-Preguntó.

—A un ángel— penso y bajo la mirada.

-Ah... Este, pues el paisaje.-Respondió nervioso.
Aris miró a su alrededor y asintió.
-Es muy bonito.-Comentó.
-Si lo es.-Respondió el chico sin dejar de mirar a Aris.
-¿Cómo te llamas?.
-Temo ¿Y tu?.
-Aristóteles.
-No te creo.-Dijo sorprendido.-Ese no puede ser tu nombre.

Aris soltó una carcajada, siempre que decía su nombre recibía esa reacción.

-De verdad, me llamó Aristóteles. Pero casi todos me llaman Ari.
-¿Puedo llamarte Aris?.
-¡Claro! Puedes llamarme como gustes.

—¿Que tal amor de mi vida?— Volvió a pensar el chico.

-Genial.-Respondió Temo.
Los chicos estuvieron en silencio unos segundos, ya no había más que decir, pero por alguna razón ninguno quería marcharse.

Temo tomó su cámara y se giró hacia la multitud de adolescentes, le había prometido a sus hermanos que les llevaría muchas fotografías y él siempre cumplía sus promesas.
Mientras el chico tomaba las fotografías, Aris lo observaba discretamente, o al menos lo más discreto que podía.

Noto que Temo era más o menos de su estatura, delgado. Tenía el cabello castaño y rizado, aunque sus rizos no lucían tanto porque usaba el cabello corto. Sus ojos eran color chocolate y combinaban con su cabello, sus labios eran delgados pero lindos.
De pronto algo paso con sus demás compañeros que Temo soltó unas cuantas carcajadas. Aris lo miro y se dio cuenta de lo lindo que se veía cuando reía.

—Cuando sonríe, sus ojos casi desaparecen en sus mejillas —Dijo Aris para sí mismo.
Se extrañó un poco por sus pensamientos pero no le dio mucha importancia.

-Se están divirtiendo.-Dijo Temo señalando al resto de los chicos.-Deberías unirteles.
Aris metió las manos en sus bolsillos y se encogió de hombros.
-Nah... Prefiero quedarme contigo.
Temo sintió que su corazón se acelera, Aris era un chico muy guapo y que hiciera un comentario como ese, ilusionaba a cualquiera.
-Si no te importa, claro.-Volvió a hablar Aris al ver que Temo no decía nada.
-¡Oh no! No tengo ningún problema.-Respondió.-Por mi esta genial, de verdad.

Aris volvió a sonreír, le gustaba la actitud del chico.

Los chicos comenzaron a caminar por el bosque, Temo se olvido de las fotografías y se concentró en su nuevo amigo.
Aris era una perfecta combinación de amabilidad, diversión, alegría y belleza.

-¿Porque estabas solo y no con tus amigos?.-Preguntó Temo mirando mirando al chico.
Aristóteles se detuvo y se encogió de hombros.
-Solo me llevo bien con los del equipo de basquetbol  y solo en la cancha.-Miró a su alrededor y se sentó sobre las raíces de un árbol.-Fuera de ahí son unos idiotas.
Temo río levemente y asintió.
-¿Y tu? ¿Porque no estas con tus amigos?.
Temo se encogió de hombros.
-Hablan mucho y me desconcentran.-Respondió.-Todo el tiempo están preguntando porque tomo fotos.
-¿Y porque tomas fotos?.-Pregunto Aris en broma.

Temo observó la sonrisa de su nuevo amigo. Estaba seguro que era la sonrisa más bonita que había visto en toda su vida.

-Ya, en serio. Es obvio que las tomas porque te gusta tomar fotos.
-Me gusta guardar recuerdos, recuerdos que puedes mirar cuando extrañes a la persona con la que los compartiste.
-Viéndolo de esa manera, es muy significativo.
Temo asintió como respuesta, miro al chico y tomó su cámara.
-Sonríe.-Dijo y se alejó un poco.-Te tomare una foto.

Las mejillas de Aristóteles se tiñeron de rojo, movió la cabeza para deshacerse de los nervios. Era raro que sintiera nervios al estar frente a una cámara y comenzaba a creer que los nervios no eran por la cámara, sino por el fotógrafo.
Tomo aire y volvió a sonreír. Temo le hizo un par de fotos desde diferentes ángulos.

-Vaya, la cámara te ama.-Dijo mirando las fotos.-Saliste muy bien.
Aris miro las fotografías.
-Eres muy buen fotógrafo, parecen de un profesional.
-Tengo práctica, pero no es para tanto. Casi siempre la foto sale bien por el modelo.
-¡Ay aja!.-Respondió Aristóteles riendo y miro el suelo.-Siéntate conmigo.
Temo miró a su alrededor y después al chico que estaba sentando muy cómodo sobre las raíces del árbol.

Después de unos segundos dudando lo hizo, estaba seguro que cuando regresara a casa su hermana Guadalupe lo regañaría por llevar la ropa manchada de pasto y tierra.

-Entonces, eres fotógrafo es tus tiempos libres.-Habló de nuevo Aristóteles.
-Y tu basquetbolista.-Bromeó Temo.-Fui el hermano menor por muchos años así que los mayores buscaron algo para tenerme entretenido y no los molestara.
-¿Cuántos hermanos tienes?.
-Tres mayores y dos menores.-Respondió Temo sonriendo.-¿Y tu, tienes hermanos?.
-Uno, Arquimides. Es menor que yo.
-No te creo que ese sea el nombre de tu hermano.
Aris río.
-De verdad lo es, a mi padre le gusta mucho la filosofía.
-¿Y a ti?.
-Yo prefiero otras cosas.
-¿Como que?.
-Lo deportes, la música y el baile.
-¡¿De verdad?!. A mi me gusta bailar y bueno una de mis hermanas mayores es cantante...

Temo comenzó a hablar de su familia, de lo unidos que eran y lo mucho que su padre los apoyaba en todo. Aris también le habló sobre su loca familia, de sus pasatiempos y como iba iniciando su carrera como modelo gracias a la esposa de su primo mayor.

El tiempo pasó volando para ambos chicos, Aristóteles todo el tiempo hizo reír a Temo, inclusive cantó para él, hasta que escucharon a los profesores anunciando las actividades que tendrían después de la cena.
Los chicos se despidieron para ir a sus cabañas, pero acordaron que se verían en la cena.

POLAROID ·ARISTEMO·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora