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Cuando la cena llegó, Aris fue el primero en llegar al comedor, escogió una mesa cerca de una ventana y esperó a que Temo aparecería. Lo que no le llevó mucho tiempo ya que minutos después el castaño apareció junto a otro chico.

Temo le dijo algo a su amigo y sin esperar respuesta caminó hacia donde estaba Aristóteles.

-Hola Aris.-Saludo Temo sonriendo.
Aristóteles movió la cabeza en forma de saludo y señalo el lugar frente a él.
-Hola, siéntate.-Dijo muy amable.-¿Que quieres que te traiga para comer?.
Temo mordió su labio inferior para ocultar su sonrisa, era demasiado obvio lo feliz que lo hacía estar con Aris.
-No, Aris, no es necesario. Yo puedo ir por mi cena.
-Andale, dejame hacerlo por ti.
-Aris...
-Temo...
Después de mucha insistencia por parte de Aristóteles, Temo accedió.

Durante la cena Aristóteles reflexionó sobre lo que estaba pasando, acababa de conocer a Temo y parecía que llevaban años de amistad. Además de que cada vez que lo veía sonreír, él también sonreía.

A Temo le pasaba algo igual la diferencia era que él ya sabía el porqué de ello. Tiempo atrás había aceptado lo que realmente era, pero sabía que se estaba solucionando muy rápido con Aristóteles.

Después de la cena todos se reunieron alrededor de una fogata, aunque Temo fue llamado por un chico, prefirió sentarse junto a Aristóteles.

La profesora encargada dio indicaciones para el día siguiente, harían actividades en parejas y grupales. En cuanto Aris escucho eso miro a Temo.

-¿Serás parte de mi equipo, verdad?.
Temo sonrió por milésima vez y asintió.
-Claro, estaría super padre.

Siguieron escuchando las indicaciones o mejor dicho fingiendo que las escuchaban, ya que el par de rulosos estaban es su mundo, hablando sobre lo que harías al día siguiente, como se llamaría su equipo y que podrían usar algo del mismo color para ser completamente un equipo.

Después de las indicaciones, comenzaron las historias de terror. La mayoría eran aburridas y sin sentido, al menos para Aris, porque Temo estaba casi temblando del miedo.

Uno de los profesores contaba la historia sobre un par de gemelas que había muerto en un accidente y años después había reencarnado en otras gemelas, cuando un chico gritó provocando que todas las chicas gritaran y la mayoría se sobresaltara.

Aristóteles había saltado del susto pero lo disimulo, quien no fue tan discreto fue Temo. El castaño también había gritado y sin darse cuenta había terminado con la distancia que había entre él y Aris, y sin darse cuenta se había aferrado al cuerpo del chico.

Aris sonrió con ternura cuando vio la expresión de miedo en el rostro de Temo, lo abrazo y trato de tranquilizarlo.
-Solo fue una falsa alarma.-Dijo Aris.
-Para haber sido falsa se sintió muy real.
Aristóteles río levemente y miró a Temo a los ojos.
-Tranquilo, yo estoy contigo.
-Ahora debes de pensar que soy un cobarde.-Temo dejo de abrazar a Aris y desvío la mirada.-Lo siento.
-Hey, no te disculpes.-Dijo Aris buscando la mirada de Temo.-Yo también me asuste.
-Pero no gritaste como una chica.
Aris tomo al castaño por las mejillas para que lo mirara.
-No creo que hayas gritado como una chica, de hecho fue un grito bastante varonil.
Temo comenzó a reír y le sostuvo la mirada.

Mientras los profesores regañaban al chico de la broma, Aris y Temo estaban perdidos en la mirada del otro. Sin ser consciente de lo que hacía Aristóteles comenzó a acariciar la mejilla del Temo haciendo que el chico cerrara los ojos y disfrutara de dicha acción.
Temo abrió los ojos y entrelazo una de sus manos con la mano que Aris tenía libre. Sonrió al ver que Aristóteles no sé aparato.

-Tienes una sonrisa muy linda.-Comentó Aristóteles.
-No más que la tuya.-Respondió Temo con un leve sonrojo en sus mejillas.
Aris no sabía muy bien lo que estaba haciendo y mucho menos lo que le estaba pasando, pero la sensación de tener a Temo así de cerca le gustaba, lo hacía sentir bien. Así que sin poner resistencia dejó que todo lo que sentía fluyera y le indicará un camino.

Poco a poco fue acercándose más al rostro de Temo, el chico se percató de eso y su sonrisa se volvió tímida pero no se alejó, dio un suspiro y dejó que sus emociones salieran de él.
Cuando estaban a centímetros, la voz de un chico hizo que Aris se detuviera y se alejara de golpe.

Al levantar la mirada se encontró con el mismo chico con el que Temo había llegado al comedor, le dio una mala mirada y lo ignoro.

-Temo ¿Estas bien?.-Pregunto el chico con un tono de preocupación en su voz.-Esa broma fue estúpida y se lo mucho que...
-Si Diego, estoy bien.-Lo interrumpió Temo.-Si me asuste pero Aris, me ayudó a calmarme.
Diego le dio una rápida y fría mirada a Aristóteles.
-Deberías venir conmigo y con los chicos, por si algún idiota vuelve a querer hacer lo mismo.
-No es necesario.-Habló Aris.-Yo estoy con él, y tengo el suficiente valor para ambos.
Aris sonrió con orgullo e hizo un pequeño guiño un tanto arrogante.
Diego lo miró mal y fingió no escucharlo.
-Gracias Diego, pero aquí estoy bien. De verdad.
-Temo yo creo que mejor deberías estar con nosotros.-Insistió Diego.
Aristóteles hizo una mueca y miró hacia otro lado, Diego no le agradaba.
-Gracias, en serio. Pero estoy bien con Aris.
Diego suspiró dramáticamente y asintió de mala gana.
-Esta bien, si necesitas algo estaré cerca.
-No será necesario.-Respondió Aris en lugar de Temo.-A dios.
Diego puso los ojos en blanco y se marchó.

Temo vio como Diego se marchaba y después miró a Aristóteles. El chico le devolvió la mirada y medio sonrió.

-Bien chicos.-Hablo un profesor.-Sigamos, y el próximo que haga una broma como esta será castigado.
El profesor retomó la historia y Aris se acercó de nuevo a Temo, lo tomó de la mano y le sonrió cuando el chico lo miró nervioso.

Los chicos estuvieron toda la noche tomados de la mano, sin importar quien los viera o lo que pensaran de ellos, sin importar que del otro lado de la fogata un chico miraba a Aristóteles como si quisiera asesinarlo.

POLAROID ·ARISTEMO·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora