Capítulo 58

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Unos días después...           

Me paré en el semáforo y apreté el botón del manos libre.

—Hola, mamá.

—Hola, cariño. ¿Dónde estás?

—Estoy volviendo del entrenamiento.

—Te llamaba para recordarte que el sábado que viene es el cumpleaños del abuelo y le vamos a hacer una fiesta sorpresa.

—No se me olvida.

—¿Vas a cantar algo?

—¿Es necesario? No me apetece mucho.

—Ya sabes que a tu abuelo le encanta escucharte cantar.

—Lo pensaré.

—¿Vendrás con Tyler? Ya sabes que está invitado.

—Se lo diré luego a ver si quiere venir.

Ya me han confirmado tus amigas que vienen.

—Genial —contesté feliz—. Mamá, ya he llegado a casa. Luego hablamos.

—Vale, descansa.

—Igualmente. Te quiero. —Y colgué.

Aparqué en la entrada de casa, cogí la bolsa de deporte y me bajé del coche. Cada vez anochecía antes y las farolas ya iluminaban el camino a casa. Subí las escaleras del porche y saqué las llaves de la bolsa.

—¿Desde cuándo vuelves tan pronto a casa?

Me di la vuelta rápidamente y tiré la bolsa al suelo.

—¡Brad! —exclamé emocionada y corrí hacia él lanzándome a sus brazos—. ¡No me puedo creer que estés aquí!

—No sabía que me echabas tanto de menos —bromeó.

—Ni te lo imaginas —dije y le empecé a dar besos por toda la cara—. ¡Qué alegría que estés aquí!

—Ya sabes que me gusta sorprenderte. —Me guiñó un ojo y volvió a abrazarme—. Yo también te echaba de menos.

—Entremos en casa. —Le agarré de la mano y abrí la puerta—. ¿Quieres algo de beber? ¿Tienes hambre? Vamos a ver qué guarrería encontramos en la despensa.

—Parece que no te dan de comer.

—Ni te imaginas lo que comen en esta casa. —Le llevé a la cocina y abrí la despensa—. La estantería que está llena de patatas y galletas es la mía. Las demás solo comen pasto.

—Menos mal que no has cambiado.

Cogí una bolsa de patatas fritas, una caja de galletas y dos cervezas antes de salir al jardín trasero. Nos sentamos en el balancín que teníamos y nos tapamos con la manta.

—Sigo sin creerme que estés aquí. ¿Cuánto tiempo te quedas?

—Voy a estar dos semanas.

—Entonces podrás venir al cumpleaños de mi abuelo.

—Por eso he alargado tanto mi estancia por aquí —dijo antes de darle un trago a su cerveza—. ¿Qué tal por aquí? ¿Es tan maravilloso como dicen?

—No me puedo quejar. ¿Oxford es tan británico como dicen? —bromeé.

—Por supuesto —dijo alzando la cerveza mientras levantaba el dedo meñique—. Solo que he tenido que sustituir el café por el té.

—Eso es horrible.

—Lo sé —contestó y me agarró la mano con fuerza—. Echo de menos estar con vosotros.

Miller vs McMullen (Edición 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora