Capítulo 24 EDIT

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—No quiero.

Me crucé de brazos y me paré delante de la puerta.

—Vamos, he ganado la apuesta —insistió.

—Pero esto no.

Me di la vuelta para marcharme, pero me detuvo con su cuerpo.

—Blair. —Me miró y sonrió de medio lado—. Es lo que toca.

—¿No puedo darte un masaje y ya está?

—Para eso no te necesito a ti.

—Eres...

—¿Increíble? —preguntó sin borrar la sonrisa de sus labios.

—Estúpido.

—Venga.

Abrió la puerta y me empujó dentro.

—Por favor... —le supliqué.

—No es para tanto. —Me agarró de la cintura y me levantó del suelo—. Además, no duele tanto.

—¿Tanto? —pregunté horrorizada—. Aaron, no me hagas esto.

Caminó hasta el mostrador sin decir nada más aguantando mis manotazos y mis intentos de escaparme.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles? —nos saludó el hombre que había en el mostrador.

—Quiere hacerse un tatuaje.

—¡No es verdad! —exclamé.

—No lleva bien las agujas, pero lo quiere desde hace tiempo y este es el mejor sitio.

—Claro... —El hombre nos miró raro y empezó a teclear en su ordenador—. ¿Qué quiere tatuarse?

—Una frase.

—¿Una frase? —Me dejé de mover y le miré—. ¿Qué frase?

Me ignoró y siguió hablando con el hombre.

—Vengan conmigo.

Aaron le siguió hasta una de las salas que había al lado y una mujer con todo el brazo tatuado nos miró.

—La chica quiere hacerse un tatuaje —le dijo el hombre.

—¿Ella? —Me miró y luego a Aaron—. Pues adelante.

Aaron me soltó y me dejó en el suelo.

—No puedo creer que me estés haciendo esto... —murmuré.

—Prometo que te recompensaré —me susurró en el oído y luego me dio un beso en la mejilla.

Me llevó hasta la camilla que tenían y Aaron me dijo que me tumbara boca abajo.

—¿Qué quieres tatuarte?

—Esto. —Aaron sacó un papel del bolsillo y se lo dio—. No le diga nada de lo que pone.

—Está bien.

—Te espero fuera, Blair.

—No me dejes aquí sola.

—Estaré en la otra sala haciéndome uno.

—Pero...

Se marchó de la sala dejándome con la palabra en la boca.

—Te desespera, ¿verdad? —comentó la tatuadora divertida.

—Si supieras... —La miré y me sonrió—. ¿Duele mucho?

—Depende del sitio —dijo sin dejar de mirar el papel que le había dado Aaron—. Pero no te preocupes que te voy a poner un poco de crema anestésica.

—¿Seguro?

—Te prometo que será rápido . ¿Preparada?

—Creo que no.

—Confía en mí.

Apoyé la cabeza y cerré los ojos.

Abrí la puerta de la sala y me giré para despedirme de la mujer.

—Muchas gracias por todo.

—Espero que vuelvas pronto, Blair —se despidió sonriente—. No te olvides de la crema y si tienes algún problema, avísame.

—De acuerdo.

Me despedí con la mano y volví a la entrada.

Aaron estaba apoyado en el mostrador hablando con un chico que no había visto antes. El chico me señaló y Aaron se dio la vuelta.

—¿Y bien?

—No ha dolido tanto.

Se acercó a mí y examinó mi hombro.

—Ha quedado genial.

—¿Qué pone? —pregunté curiosa.

—Quanto più mi allontani, più vicino sto di te —pronunció en un perfecto italiano.

—Y eso significa...

—¿Todavía no lo has buscado? —preguntó divertido—. Pensé que ya lo sabrías.

—¿Cómo me iba a acordar de la frase?

—Es fácil de recordar.

—Muy gracioso. ¿Qué significa?

—Búscalo.

—Me desesperas.

Salí enfadada del local y caminé un poco antes de apoyarme en una pared. Bajo la oscuridad se veía que aún seguía nevando en Aspen.

Aaron se apoyó a mi lado y se quedó en silencio. Sabía que me estaba mirando, pero no iba a ceder.

—A veces me pregunto por qué estás conmigo, Miller —habló y le miré de reojo—. Los últimos cinco años he conocido tantas casas de acogida que llegué a perder la cuenta y ninguna de ellas se pudo considerar un hogar. Me cuesta mucho confiar en la gente, tanto que al principio no quería ni ver a Damon ni a Brad. —Suspiró y se miró las manos—. Soy el hijo de un mafioso encarcelado, perdí a mi madre de la forma más horrible y mi hermano pequeño está con otra familia lejos de mí.

Me separé de la pared y me acerqué a él.

—Aaron...

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto, Blair? —me preguntó—. Que en lo único que pienso desde que me levanto hasta que me acuesto es en ti —dijo y metió la mano en el bolsillo de su abrigo—. Tú has devuelto algo de luz a mi vida desastrosa. —Sacó una pequeña caja y me miré extrañada—. No te preocupes, no es un anillo de compromiso —comentó divertido.

Abrió la caja con cuidado y pude ver lo que se escondía dentro. Un pendiente con forma de estrella, otro con un balón de baloncesto, otro con una nota musical y otro en forma de aro.

Le volví a mirar y noté que estaba triste. Rodeé su cintura con mis brazos y me pegué a él.

—Hasta que no te conocí, mi vida también era un desastre —dije y le miré—. ¿Sabes? Si me hubieras pedido matrimonio te habría dicho que no, pero me habría quedado el anillo.

Esbozó una pequeña sonrisa y me rodeó con sus brazos.

—Eres lo más parecido a un hogar, Blair.

—Pues entonces ya sabes a donde podrás venir siempre que lo necesites, Aaron.

Miller vs McMullen (Edición 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora