M I G R A I N E

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Los lunes son mis días favoritos, porque siempre serán mejor que los Domingos ya que los domingos son mis días suicidas, son días donde las sombras me gritan que metafóricamente no soy nadie y estoy completamente solo, los días donde la muerte suena mejor que la fuerte migraña que abunda en mi cabeza.

Tan solo después de esas 24 horas llenas de lucha sin fin contra Blurryface llega el Lunes, llega mi día de paz y tranquilidad. Aunque sé que Blurryface seguirá esperando cada momento que surja para meterme a ese auto, me atrevo a pensar que soy tan fuerte como un león y él es tan débil como un conejo, solo así logro sentirme vivo.

Me encanta despertar y sentirme vivo, tener esa sensación de que baje del auto y me adentré a ese bosque cubierto por la niebla, corriendo sin parar, huyendo de Blurryface.

El día es cálido, la fuerte luz del sol penetra mis delgadas cortinas color rojo y entra una tenue iluminación por esa pequeña ventana que hay al costado de mi cama. La escuela empieza en unos minutos y yo sigo recostado, pensando, mirando el cielo azul por un pequeño espacio que hay entre las pequeñas cortinas que adornan mi pequeña ventana. No estoy interesado en faltar a clases, pero me gusta sentirme así mientras estoy envuelto en mis sabanas.

Cuando por fin decido levantarme de mi cómoda cama, comienza mi día feliz, con Blurryface lejos de mi mente. Miro mi reflejo en el espejo el cual está sobre un viejo y descuidado mueble que hay frente a mi cama, acomodo mi alborotado cabello, me coloco cada uno de mis converse, me dirijo a la salida de mi habitación y bajo las ruidosas escaleras de madera, entro a la cocina para beber un poco de agua y alcanzo a notar que mi madre se encuentra recostada en el sofá.

Al costado del sofá hay una pequeña mesa donde se encuentra una cantidad poco común de botellas de alcohol, digo 'poco común' refiriéndome a lo que piensan otras personas. Pero la verdad es que tratándose de mi madre, es bastante común. Ella suele beber cantidades exageradas de alcohol para olvidarse de las infidelidades de mi padre o para dejar de pensar que mi hermano Zack es un drogadicto.  

Es rara la vez que mi madre bebe en casa, normalmente lo hace en bares hasta quedarse perdidamente dormida o hasta que los dueños del bar la sacan básicamente a patadas del lugar.

No odio a mi madre, solo que a veces suele ser un poco molesto que actúe como si su ausencia mental y física pasara desapercibido.

Después de observarla un par de segundos, por fin me decidí a salir de mi casa, pude notar que el autobús pasó delante de ésta y lo políticamente correcto hubiera sido que lo tomara, ya que en verdad iba muy tarde, pero no suelo tomar el autobús, no hay razón en concreto, solo no me gusta.

Así que me dediqué a ignorarlo y continué mi camino a la escuela, la cual no quedaba tan lejos de mi casa. De camino a ésta solo me dedicaba a escuchar el canto de las aves, a observar el magnifico cielo azul lleno de nubes, más que nada, me dedicaba a pensar. A pensar que mi mundo es maravilloso cuando Blurryface está lejos de mi mente.

Espero correr eternamente a través de ese bosque, donde apenas se puede notar a donde me dirijo por la abundante niebla que lo cubre, que Blurryface se rinda y me deje libre. Blurryface es fuerte, es más fuerte que yo y siempre logra ganar, solo para así poder atacar mi mente, mis sueños, mi esperanza.

Puedo caminar feliz y pretender estarlo, pero mi cabeza da pulsos de la magnitud de una apuñalada con un filoso cuchillo.

Si no es Blurryface, es una migraña.

Mi cabeza parece un potente imán de mierda.

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