En el recuerdo de una pequeña flor, había una historia, su padre fue quien dejó caer la semilla donde ella dormía esperando la
vida, su madre, la tierra quien la cultivo y alimento, en cada tormenta se mantuvo firme, en los días que el calor la abrazada e incluso quemaba, resistió, cuando la nieve cayó se mantuvo cálida en su interior , y entonces después de luchar tanto la primavera apareció, y junto a ella el amor de unas manos dispuestas a cuidarla, a sanarla, el dueño de esas manos llenas de amor adoraba la suavidad de sus pétalos, el color que le daba a su jardín y al mismo tiempo la hacia resaltar sobre las demás flores, un día esas manos se ausentaron, y otras vinieron dispuestas a llevársela, aferro sus raíces con todas sus fuerzas a la tierra, pero aquellas manos lograron arrancarla, eran manos que no sabían el dolor que provocaban, no les importaba arrancar sus pétalos, pero algo la salvo, las manos de aquella persona que la sano, había regresado por ella, pero era muy tarde, no era la misma, estaba rasgada, y perdida, algo en ella había muerto, aquellas manos se arrepintieron de no haberla cuidado más y en su desesperación por no dejarla morir, la dejo dormir en las páginas de un libro de poesía, y cada que la noche caía, aquellas manos y esa flor se volvían a encontrar entre tinta y letras.