El viento sopla y el frío cala mis huesos, la lluvia cae sin mojar mi piel, adentrándose a mi alma directamente.
31 noches desde que te fuiste, la misma luna, aveces tan llena y otras tan vacía, cuento grano a grano el tiempo enfrascado en un reloj de arena.
Una vela al fondo de mi habitación hace un eco sordo que se proyecta en sombras sobre las paredes.
Viajo en el fuego que derrite la cera, llena de vida y poco a poco consumiéndome, avión en llamas, pasajera como un recuerdo, silencio, dedos rozándose, cortar las piel con transparentes lágrimas, palabras ahogadas en la garganta, caída libre, sin paracaídas, sin arnés.