🐰Catorce🐣

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Jungkook miraba algún punto fijo en el suelo, lo habían puesto en una sala de espera, o al menos así habían dicho dos chicos que lo llevaban tomado cada extremo de sus brazos.

Los señores, al ver que Jungkook estaba en shock, lo habían dejado en aquella silla mientras iban a buscar al señor Kim, quien sabe que haría este con Jungkook.

Pero a Kook no le importaría que le dieran un fuerte golpe, se lo merecía.
Se repetía una y otra vez en la cabeza ¿Qué había hecho?

Tocó a JiMin de otra manera, lo había besado. Había tomado posesión de aquellos inocentes y vírgenes algodones de azúcar, era lo que más daño le hacía a toda su conciencia.

Hablando de JiMin, este no se encontraba allí.

Cuando los habían encontrado, a Jungkook le arrebataron a JiMin de sus brazos con algo de fuerza, Jungkook no puso mucha resistencia tampoco, después de todo el culpable de todo aquello era él y no su pequeño Minie.

Así que dejó que aquellos policías se lo llevaran de su lado, y si el menor se atrevía a decirle todo lo que él le había hecho no tendría problema, porque después de todo sería la verdad, y Jungkook sentía esa necesidad de encerrarse el mismo en la cárcel de por vida por todo lo que había hecho.

Se sintió tan pero tan mal, que no tenía ganas de hacer otra cosa que saltar por la ventana de aquel edificio, quizás sea eso menos doloroso que afrontar lo que había pasado.

JiMin ahora estaba a salvo de sus garras en algún lugar donde le hicieran preguntas y este contestaría con sinceridad e inocencia, aquella inocencia que Jungkook casi arrebata de su cuerpo.

No obstante, nunca se perdonaría aquel beso que le había dado con dobles intenciones, de seguro cuando creciera y entendiera las cosas no lo perdonaría.

Intentó mirar sus manos, las cuales estaban atrás de su espalda. Sus manos habían sido sujetas con esposas de metal, quizás le causaban un daño por cómo estas le ajustaban sin piedad sus muñecas, pero Jungkook no se quejó por eso.

Se sentía fatal.

Y si aquellas esposas fueran remplazadas por una camisa de fuerza no pondría oposición alguna.

Se sentía tan enfermo, tan desquiciado y a la vez la peor persona del mundo, ni siquiera tenía ganas de llorar, solo tenía un agujero en su estómago que le dolía un montón. Esperaba que JiMin lo odiara a muerte así aprendiera a pensar en las cosas antes de poder hacerlas, pensar en las consecuencias que cualquier acción pudiera traer.

Porque aun así, estando en el peor de sus momentos, Jungkook no se atrevía a disculparse.

Si JiMin lo odiaba estaba bien, no buscaría algún consuelo porque realmente no había, no le diría perdón porque realmente no se sentía tan arrepentido de hacer todo aquello, posiblemente estaba enamorado de JiMin. Tal vez JiMin era su alma gemela de toda la vida, tal vez solo el choque diferente de edad lo mataba por dentro, es que, joder, se tenían más de 10 años de diferencia. Y no estaba bien.

Sin embargo, cuando lo tocó, no estaba en sus sentidos, quizás si la vida le daba una oportunidad diferente donde pueda convivir con aquel pequeño en unos años más lo hubiera intentado de mejor manera, el que JiMin disfrutara y le gustara cada mimo que él ocasionara en su cuerpo.

Pero fueron cosas que pasaron, no tenía perdón, no debería estar ahí. Él sentía que debería estar en un manicomio, siendo domesticado a bases de pastillas sin sabor que calmaran a su enferma mentalidad de sexópata. Jungkook no era normal.

Hey... –entró un hombre a aquel cuarto vacío donde Jungkook se encontraba, más este no quiso levantar la mirada del suelo solo lo había observado de reojo, sus cabellos negros ocultaban su rostro y parte de sus ojos.

Todo por él [Yugkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora